Madrid, Opinión

Manipulación descarada

No cabe ninguna duda de que la palabra protagonista del desgraciado tiempo que estamos viviendo es corrupción y que tal corrupción merece el rechazo y la condena de todo el mundo honrado.

Pero, ¿sólo la corrupción o también su descarada e interesada manipulación política y las filtraciones que, amparadas en el manoseado secreto de las fuentes que utilizan continuamente muchos profesionales de los medios de la comunicación, hacen posible las denuncias que ponen en marcha los pre_procesos contra los pre_acusados mediáticos?

Desde que tiene lugar la publicación de la delación/filtración esos pre_acusados quedan ya mancillados para siempre, sea cual fuere el resultado final de la fase judicial, si es que llega a tener lugar y no es sobreseída antes.

Aparte de las personas posibles víctimas de esos pre_procesos mediáticos, la gran víctima democrática de estos manejos filtración, delación_denuncia pública, posible corrupción y manipulación política de la misma es, sin duda, la presunción de inocencia, para nada respetada por nadie, y la inocencia misma en cuantos casos y episodios termina demostrándose judicialmente por las vías de sobreseimiento o la absolución de los injustamente investigados. Y son las víctimas porque ambas, presunción de inocencia e inocencia misma, de nada sirven, ni «a priori» ni «a posteriori» a cuantos, muchos más que los culpables, son prejuzgados social y mediáticante mucho antes de que proceda la lenta, tardía y muchas veces politizada, cuando no sectaria, justicia.

Se comprende perfectamente la indignación por la corrupción, pero ¿no merecen indignación análoga las continuas filtraciones que, desde  instancias judiciales o policiales, violando el secreto de los sumarios o la obligación de reserva que tienen los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado, quebrantan la ley de revelación de secretos?

Filtraciones que son igual a sensacionalismo y que nunca son perseguidas ni castigadas, cuando más que probablemente encierran la corrupción de su compra o venta, que no se sabe quien delinque más si el que la compra o el que la vende, o aún peor, la facilita con intención política destructiva del adversario, aunque se trate de noticias dudosas, dudosísimas o mentira flagrantes, al grito de «calumnia que algo queda». Y siempre al amparo del maldito secreto de las fuentes.

No dejemos de reseñar una última víctima de estos sectarios manejos, cual es la equiparación de quienes son delatados o pre_acusados por falta de vigilancia de subordinados corruptos o ladrones, es decir, responsables por designar, mandar y no vigilar suficientemente a gentuza, y los delincuentes últimos que de verdad «se lo llevan crudo», los auténticos y finales ladrones. Un encanto de vida, amigos, corrompida, manipulada y sectaria.

6 junio, 2016

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