Quizá sólo sea una apreciación personal, pero don Jordi Puyol i Soley, ese político español de ideología nacionalista catalana, se rila. ¿Qué democracia es esta, tan feroz y sanguinaria, que tiene de acá para allá, de juez en comisión, de tele en Congreso, como puta por rastrojo, a un anciano que se rila?

Rilarse, y permitánme que les ilustre, es dejar caer el culo y andar siempre con las rodillas por delante. O sea, como Groucho Marx, pero sin gracia y en decrépito. El ex molt honorable Puyol es cachazudo de palabra, lento de malicia, tardo de voz, y se acula mucho en los silencios. Pero está muy bien asesorado a efectos de echar balones fuera, ganar tiempo, marear al personal y dar largas, más algún clavel que se tira, en plan campeón, o sea que va de único cuando amenaza al Estado: “Si alguno de los suyos va a la cárcel, publicará un dossier que hará caer la democracia”.

Con Jordi Puyol lo tiene crudo cualquier juez que intente bajarle del ring. Pero Puyol se rila. Quiero decir que toda la guerra que está dando a sus investigadores se queda luego en nada, cuando sale a la calle a buscar un taxi y vemos que se rila, que el culo se le abolsa y las rodillas se le van por delante, como el que busca un servicio con prisas de parturienta primeriza. Lo que se rila, naturalmente, es el alma de don Jordi, un alma pecadora y bien apuntalada por sus escandalosas cuentas bancarias.

Puyol se rila parado y se rila en movimiento. Un señor que se rila es que lleva el alma en las rótulas y se deja el culo en anqueta. España está llena de hidalgos que se rilan por dentro, pero aguantan como husos, cabrestantes y argadillos, que la corrupción va por el chaleco, como la leontina o reloj de faltriquera. Jordi Puyol, en cambio, no tiene nada que hacer, confiesa andando, porque Puyol es que se rila.

@marisaarcas