Hay pocas ofertas gastronómicas más españolas que las que pasan por los productos ibéricos. Por su calidad, por el cariño con el que trabajan tantas y tantas familias, con talento y con medios, para poner lo mejor en el mercado, a disposición del cliente y el consumidor final. Pero entre tantas empresas, con frecuencia aparece el hallazgo: una marca con personalidad y estilo propio.

Es lo que ocurre cuando nos topamos con Don Finardo. Una tienda de productos ibéricos a la espalda del gran bulevar madrileño de Alberto Aguilera. Algo diferente. Por la gama. Por el trato. Por el precio. Por la altura de lo que se ofrece tras el mostrador, empezando por el jamón y el lomo.

La firma dio sus primeros pasos en 1998. Y ahí siguen los hermanos Sánchez Vaquero, Juan y Pepe. Sólo llevan cuarenta años en el sector de la alimentación. ¡Sólo! Y conservan, en el día a día, su pasión por reinventar el negocio, por cambiar con los gustos cambiantes de una sociedad moderna y que sobre la base y la materia prima de los ibéricos, siempre espera “un giro”.

Es el que le han dado a la idea de “disfrutar y comer” con “La Abacería”. Acomodada junto a la Glorieta de San Bernardo, se ha convertido en un espacio coqueto, tradicional, muy animado, selecto y al tiempo popular. El sitio en el que, en medio de una carta especialmente campera con un ligerísimo toque sofisticado, sobresale el mejor mollete de la capital. ¡Casi nada!

La artesanía y el mimo de Don Finardo seguramente refleja los rasgos y los valores de los fundadores de la compañía. ¡Ánimo y adelante!