No hace mucho escribí sobre el comportamiento de algunos padres, en algunos campos de fútbol, de actitudes en algunos casos desmedidas y que no favorecen para nada a los niños, a su aprendizaje deportivo. Un exceso de presión y un estrés impropio para esa edad.
Pero ahora me gustaría hablar de esos jóvenes, de esas futuras estrellas, que algún día podrán ver cumplido su sueño de ser profesionales, incluso de jugar en la máxima categoría del fútbol.
Veo muchas veces por mi oficio partidos de fútbol base en los que hay mucho talento dentro del verde, un talento que en muchos casos no va a más, que se queda en el camino, estancado, y es una verdadera pena. Unas cualidades naturales, casi congénitas, que muchas veces no se refuerzan y no se trabajan al 100%. El motivo en la mayoría de los casos es porque se busca la imitación de ciertos estilos que tienen sus jugadores de referencia: ponerse las medias de la misma forma que su ídolo futbolístico, buscar un peinado igual que el de su galáctico favorito… gestos, acciones o expresiones que nada tienen que ver con el aprendizaje deportivo y que a su vez tapan ese potencial que tienen ellos mismos.
Yo les diría que sí buscan una conexión entre ellos mismos y sus ídolos, que sean auténticos, y que esa conexión sea en lo técnico-táctico, pero siempre potenciando las propias cualidades, disfrutando del deporte. Es bueno que tengan sus modelos (sea Cristiano o Messi o Iniesta o De Gea) y que aprendan de ellos lo mejor. Pero siendo ellos mismos: disfrutando con el juego, y aprendiendo mientras disfrutan.
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