Hace ya unos cuantos años que el cacereño Fernando Limón aprendió a formar croquetas de la mano de su tía abuela Leoncia, a la sazón cocinera de Alfonso XII, o que aprendió a maridar las hostias con vino siendo monaguillo. Su extensa experiencia en los fogones capitalinos, sus viajes, sus experiencias, le convierten hoy en lo que es: un cocinero que propone desde el atrevimiento, desde la originalidad, combinando técnicas y manteniendo un gran apego a la buena materia prima.

La Sopa Boba se ha convertido de un tiempo a esta parte en uno de los templos de la cocina de autor creativa a las afueras de Madrid. A los pies de la sierra, en un local inquietantemente luminoso e incontestablemente acogedor, moderno, se pueden degustar los platos más sencillos (que no simples) y a la vez sofisticados. Con una inclinación al toque asiático, japo.

Las sardinas marinadas con tomillo de la zona ahumadas en una parrilla, el salmón salvaje con wasabi y soja, las vieiras envueltas en panceta ibérica con ramalla de mar… y así hasta completar una carta extensa, intensa, divertida… y enriquecida con una formidable variedad de postres y una propuesta de vinos que vuelve a encarnar las notas de la originalidad. Poco que envidiar, en fin, a los encumbrados templos gastronómicos que se adornan con la preciada estrella Michelín.