Madrid, Opinión

Historia y crisis de Crimea: por qué hay guerras interminables

La geoestrategia y la economía, siempre primando desde la oscuridad en el desencadenamiento de guerras y crisis internacionales, se repiten hasta la saciedad como causas auténticas de los conflictos. Así, vemos como lo mismo que provocó en 1853 la guerra de Crimea entre turcos, ingleses y franceses por un lado, y rusos por otro, es idéntico a lo que está poniendo hoy en el escenario la crisis de Crimea, teóricamente entre Rusia y Ucrania, pero la realidad esta última apoyada por la UE y la OTAN contra el poderío ruso.

Por supuesto los pretextos para desencadenar guerras o crisis son aparentemente fútiles pero más falsos que Judas. En el conflicto de Crimea del siglo XIX se le dijo al mundo que Turquía, obligada a defender en su territorio los derechos de los cristianos, tanto católicos como ortodoxos, no podía cumplir tal obligación a satisfacción de Rusia, mientras los católicos occidentales no protestaban, pero apoyaban siempre a Turquía sus naciones atentas a frenar ambición y poderío ruso.

La Rusia zarista de entonces no se echo atrás en su «pretexto religioso», invadió  las provincias turcas de Moldavos y Valaquia. Ingleses y franceses, con el mismo pretexto estúpido no aceptaron la agresión rusa, y junto al Imperio turco, declararon la guerra a Rusia. ¿La realidad? Otra bien diferente. Rusia, desde que Pedro I y Catalina II pudieron conseguir una salida al mar Báltico, ha estado siempre obsesionada  con lograr una salida para sus navíos de guerra al mar Mediterráneo, salida dominada por los Estrechos del Bósforo y los Dardanelos controlados por Turquía. Francia e Inglaterra llevaron sus flotas allá y Rusia, de la que Crimea era territorio, se vio derrotada en Inkerman y se tuvo que aguantar sin salida al Mediterráneo.

Hoy, más de siglo y medio después, la crisis de Crimea es lo mismo, agravada por la presencia en el horizonte del petróleo y el gas natural. Rusia no renuncia, y hace muy bien (Rusia nació en el Khanato de Kiev, Ucrania, que es más Rusia que nadie), a su soberanía sobre Ucrania y en concreto la que detenta sobre la península de Crimea y su maravillosa Base Naval Militar de Sevastopol, para desde ella tener salida al Mediterráneo a través del Bósforo y los Dardanelos, que siguen siendo turcos.

Estando Turquía en la OTAN (integrada por los mismos protagonistas hegemónicos de 1853 más EEUU), a Rusia de poco le sirve Crimea, pero ha bastado el acuerdo de Putin con el cabreado presidente turco Erdogan, con Occidente, para que la OTAN, alardeando de defender la Independencia e integridad de Ucrania, que le importa un bledo, ha saltado como siempre contra el poderío ruso e impedir o dificultar su salida al Mediterráneo.

Los mismos cuentos de siempre para impedir que el superpoder hegemónico anglosajón, dueño de la OTAN y del mundo, se vea amenazado por una potencia continental (sea Rusia, Alemania o China) que pueda dominar la gran isla Euroasiática y rivalizar con aquel poderío anglosajón desde hace cuatro siglos invariable.

 

16 agosto, 2016

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *