Madrid, Opinión

Nacer en cajas de cartón: el desastre de Venezuela

La imagen con la que se ilustro mi columna de opinión de esta semana, habla por sí misma. Viendo a estos recién nacidos metidos en unas improvisadas cajas de cartón, alguna de ellas reforzada con cinta de embalaje, como si se fuera a enviar un paquete a algún rincón del mundo, no necesitaría de más comentarios. La precaria y subdesarrollada realidad de la instantánea es de tal contundencia que deja poco margen para la prosa.

No obstante, más allá de lo que pueda transmitirnos la fotografía de estos seis bebés introducidos en las cajas de cartón, sí me parece oportuno llamar la atención sobre el contexto y la otra realidad que rodea lo que ya viene siendo la intrahistoria de un país llamado Venezuela, tan rico y poderoso por  su belleza y por los recursos naturales que acapara, como ahora tan pobre y subdesarrollado por el despotismo la opresión y la mala gestión de unos gobernantes incapaces de casi todo.

La instantánea recoge un hecho que aconteció en el hospital Domingo Guzmán Lander, en el estado de Anzoátegui de Venezuela, donde el personal de guardia improvisó una maternidad con cajas de cartón al no conseguir ninguna cuna o incubadora libre. Mientras las madres se recuperaban en sus habitaciones, los bebés estuvieron unas seis horas apretados en esas maltrechas cajas.

Para tratar de ser lo más objetivos posible, hay que decir que en casi cualquier hospital (conozco bien este particular en España) de muchos otros países desarrollados pueden suceder y, de hecho suceden, episodios similares a los que se ven en esta fotografía (piénsese, por ejemplo, las imágenes que de vez en cuando hemos visto en algunas unidades de Urgencias con los pacientes por los pasillos o recostados en sillones, por no haber camas disponibles en momentos puntuales)

Sin embargo, incluso descontando que un hecho como el que refleja la fotografía de estos seis bebés pudiera suceder, puntualmente, por un pico de exceso de ocupación en ese hospital venezolano, lo cierto es que la realidad que viene acompañando a este país en los últimos años es de auténtico desastre.

En efecto, la gravedad por la que atraviesa Venezuela, un país, insisto en reseñarlo, de enorme belleza y riqueza natural, trasciende al hecho de colocar a unos recién nacidos en cajas de cartón. Por desgracia, aunque estos mismos bebés hubieran sido acostados en cunas de neonatos o en  seguras y calientes incubadoras, no podrían evitar la frialdad y la inseguridad de la vida que fuera les espera en un país que llora por fuera y se desangra por dentro.

Nacer en una caja de cartón no es lo que se espera de un país desarrollado, pero crecer y vivir sin un futuro de prosperidad y, sobre todo, sin libertad, es mucho más triste. Pensemos en ello…

@Lacaciabogado

Abogado y Consultor

25 septiembre, 2016

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *