Opinión

El problemón catalán: ¿y ahora qué?

Imagen: Crónica Política

El nefasto e inepto Presidente Rajoy se ha decidido por fin a aplicar, con meses/años de retraso dada la larguísima duración del «process» de rebelión catalana, el manoseado artículo 155 de la Constitución que será confirmada por el Senado en una semana. Las medidas de tal aplicación son en esencia tres: cese obligatorio del Presidente de la Generalitat y todos los miembros de su «Govern»,  derecho a disolver el Parlament y poner el Cuerpo de los «Mossos de Escuadra» bajo el mando directo del Ministro del Interior, añadiendo a ello seguramente el cese/sustitución de su Inspector Jefe, Trapero. Tres medidas que, si las aceptan/admiten los rebeldes, acabarían sin duda con el problema secesionista/independentista de forma inmediata, aunque luego quedara por delante el larguísimo proceso de reversión educativa del mal que han causado más de 20 años de «educación independentista».

Pero, ¡ay los peros!, es que lo más probable es que esas masas de cientos de miles de independentistas militantes no admitan ni acepten la destitución de los miembros de sus Instituciones Autonómicas que ellos afirman democráticamente elegidos y que se pretende derribarlos y expulsarlos de sus puestos por «un golpe de Estado de la España represiva». Y son, insisto, demasiados cientos de miles de fanatizados separatistas los que sacan a la calle los organizadores casi a a diario. Y esas masas, situadas delante y alrededor de los locales  de las Instituciones, pueden impedir  el cese que se pretende imponer.

¿Y que haría entonces el Poder del estado? ¿emplear centenares o incluso miles  de miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del estado para conseguir la concreción de ese cese a pesar de ese movimiento multitudinario continuo? Es muy probable que se procediese de ese modo terminara habiendo víctimas y derramamiento de sangre, que es lo que le viene faltando a este movimiento masivo, pacífico y ridículo; que los rebeldes o parte de ellos se muestren dispuestos a luchar e incluso a morir por «la patria independiente y republicana catalana» que pretenden. O sea, una catástrofe por actuar tardíamente y mal todos los protagonistas de este drama. Y lo mismo cabe decir de los «Mossos», si éstos se empeñan en permanecer pasivos o, aun peor, a la orden de las autoridades autonómicas que el 155 pretende cesar. ¿Se enfrentarían en ese caso las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del estado con ellos «a sangre y fuego»?

Por otra parte lo que es casi seguro es que  hasta sea firme la orden del Senado, confirmando la petición del Gobierno, tanto la Generalitat como el Parlament rebeldes van a aprovechar esos días que les quedan en sus puestos para, ahora sí y contra el 155 «opresor», proclamar la independencia, con lo que toda desobediencia y apoyo masivo en las calles son seguros e imposibles de reprimir como no sea con y por la FUERZA, utilizando si es preciso  al Ejército para apoyar a las insuficientes Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado. O sea que para aplicar de verdad el 155 e imponerlo se terminará por tener que proclamar el «Estado de sitio», que necesita el acuerdo de la mayoría absoluta de Congreso y Senado, porque sólo él permite la presencia e intervención del Ejército.

Y aún hay una trampa más sutil para alcanzar la independencia que consiste en que las cesantes autoridades autonómicas convoquen elecciones autonómicas también, presentadas ante las masas independentistas como plebiscitarias y que seguramente ganarían en el actual estado emocional de la población catalana, fanatizada la mitad y acojonada la otra mitad. Y si las hacen y las ganan, como es de temer,  es como reconocer el derecho a decidir de la población catalana en exclusiva el futuro de Catalunya. ¿Y quien sería capaz de negarles el derecho a la independencia  si vencieran los separatistas?

Vamos , que el problemón catalán está peor que nunca y mas cerca del abismo de la guerra civil que nunca también.

General Monzon Altolaguirre

24 octubre, 2017

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