Opinión

Pactetes y pactillos

Es posible que los (liderillos) políticos que padecemos, de tan escasa talla intelectual como histórico _ guión cultural, crean que con su jueguecito de (pactillos o pactetes) pueden alcanzar una pobre investidura y un más pobre gobierno minoritario que pueda solucionar el estado de los problemas y emociones de los españoles.

Por supuesto se equivocan, las cosas en este país han ido ya demasiado lejos, más hondo, más profundo y más grave de lo que puede arreglar un mero cambio de gobierno ni aun una reforma constitucional. Se ha sembrado demasiado odio entre los españoles, como no han tenido vergüenza en reconocer los propios líderes de los Partidos, manifestando su odio contra los de en frente, aunque fuera incompatible con el interés de España y sus ciudadanos.

La verdad es que el canalla de Jose Luis Rodriguez Zapatero nos ha llevado diabólicamente a una situación emocional limite análoga a la de 1936. Él puso en marcha la maquinaria política siniestra que ha desencadenado los procesos de odio y rencor renacidos entre las dos Españas y el camino para destruir la sagrada unidad de la Patria. Lo primero lo hizo con la maldita ley de memoria / rencor histórico, y lo segundo, con la suicida aceptación, a través del Estatut, de (lo que quisieran los catalanes) o lo que es lo mismo, el derecho a decidir continuar o no en España, quebrando la soberanía del conjunto del pueblo español. Verdad que no ha sido Zapatero el único culpable de haber puesto en marcha esta basura irrecuperable, si no más aun el siniestramente débil, ambiguo y aburrido Rajoy, incapaz de derogar, con su comodísima mayoría absoluta desde el 2011, las leyes zapateristas que han permitido el desastre sentimental y emocional en que estamos.

El odio y el rencor rojos, plagados de venganza y agresividad, se han manifestado en el progresivo incremento de la ofensa, la profanación y la blasfemia contra las creencias de los católicos, asaltando capillas tías amenazantes y en pelotas, parodiando blasfemamente el Padre Nuestro, excrementándose en la Virgen Maria, y sobre todo profanando centenares de hostias consagradas. Todo perpetrado por un manojo de miserables que, además, va dejando impune la justicia, cuando se ven judicialmente estos repugnantes delitos.

Mientras tanto los rebeldes, desobedientes y traidores separatistas catalanes se ríen de las sediciones del tribunal constitucional que pretenden impedir la escalada que protagonizan unos individuos e individuas a los que no tiene empacho en estrechar la mano S . M . el Rey. En este ambiente anti Dios y anti Patria poco hay que gobernar democrática y civilizadamente.

Solo queda evitar por todos los medios una nueva guerra civil, que tan descaradamente está provocando el radicalismo desde hace diez años.

Manuel Monzón

29 febrero, 2016

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