El acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, podría resumirse de una forma muy sencilla: si entras de forma irregular en Europa, serás devuelto de forma inmediata. Es normal que esta medida haya causado controversia. Vivimos tiempos confusos.
Las ideas comunistas -denostadas en medio mundo por ser las principales causantes de genocidios, hambrunas y miserias- hoy son vistas en buena parte de la Europa con el mismo entusiasmo con el que se recibe a “lo nuevo”. Los terroristas encarcelados y nunca arrepentidos de sus crímenes, son homenajeados como “hombres de paz”. El líder del mundo libre legitima una dictadura con su visita y trata a un Estado con presos políticos de la misma forma que a una democracia consolidada. Como digo: tiempos confusos.
Europa vive aquejada gravemente de una falta de visión y liderazgo; habiendo olvidado sus raíces cristianas, inmersa en una multiculturalidad de difícil convivencia, descuidando gravemente sus obligaciones con respecto a preservar su cultura y estilo de vida, y confundiendo el buenismo y la temeridad con solidaridad. Con estos mimbres, se propuso acoger a todos los refugiados de distintos países en conflicto.
Si la verdadera caridad consiste en enseñar a pescar a quien no sabe, y no en acostumbrarle a recibir el pescado, Europa ha querido hacer las veces de un saco sin fondo en el que, por supuesto que hay fondo, y tras una grave crisis financiera (a falta de saber si hemos superado) apenas hay pescado.
En este caso, la verdadera caridad, aquella que se aplica desde la empatía, el respeto y la misericordia, tiene raíces mucho más profundas y complicadas que la retórica vacua del “Refugees Welcome” podemita: no pasa por ofrecer a los refugiados una limosna, un bocadillo, una tienda de campaña y un empleo precario; sino que pasa por salvaguardar su dignidad como pueblo, ayudando a quienes están luchando contra el ISIS, y trabajar para que cuanto antes puedan regresar a sus casas.
El drama no es que vengan, sino que, por nuestro egoísmo y errático sentido de la solidaridad, no les ofrezcamos esperanzas de poder volver.
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