Madrid, Opinión

¿Por qué hay tantos problemas con el TTIP?

Es sistemático que después de toda crisis (especialmente se vivió en los años 29-30) siempre avanzan los populismos en contra de las libertades de las personas ¿Por qué? Porque estos aparecen como respuestas fáciles, simples, que la gente entiende fácilmente, como si el mundo no fuera complejo. Y esas soluciones fáciles dan esperanza de una salida rápida, pronta y no costosa. Nunca hay salidas rápidas, prontas y no costosas de situaciones que han supuesto una catástrofe como la del año 29 o la del 2007-2008 en adelante, que es en términos de un siglo la segunda crisis económica más potente.

Y los populismos avanzan. Lo estamos viendo en todo el mundo ¿Dónde llegaremos? Yo soy optimista siempre y pienso que la gente ha aprendido con el pasado, aunque caiga en ciertos errores siempre hay personas dispuestas a recordarles lo que en el pasado sucedió y la gente sabrá si quiere tomar decisiones en ese sentido o no.

Uno de los populismos lleva principalmente a esto: al proteccionismo. Se pretende favorecer la protección a determinados sectores que no son competitivos, esta es la clave y el gran problema. Se mueven montones de gentes que no están dispuestas a cambiar sus prebendas de tranquilidad, porque en el sistema de protección en el que viven en Europa aunque no sean competitivos les permite funcionar y la apertura, el derrumbamiento de barreras, la apertura comercial obliga a las personas a ponerse las pilas y esto suele ser incómodo y la gente se resiste a ello.

Pero no es cierto que eso traiga riqueza, bienestar y mejora de las personas, todo lo contrario. La libertad de comercio siempre ha demostrado a lo largo de la historia que es una mejora para la riqueza y para el bienestar de todas las personas. Nos permite alcanzar, llevar e introducir mercancías, bienes, servicios que no existían antes. Toda libertad de comercio siempre ha sido positiva. Por ejemplo: los transgénicos. Se abunda en eso para decir: qué malos son los transgénicos que nos quieren meter el maíz transgénico los americanos aquí y claro vendérnoslo barato y eso es una cosa malísima porque es una manipulación genética de no se qué.  Yo les preguntaría a estas personas: ¿Creen acaso que el panadero en el Siglo XVI o XVII consumía el mismo trigo genéticamente que los romanos? Ni de broma. Y del Siglo XVI al XXI de nuevo el trigo, la cebada, los cereales en general genéticamente han cambiado de forma natural. Porque evidentemente en el Siglo XVI nadie sabía manipular genéticamente los cereales. Estos se van transformando de forma natural, es decir, esto de los transgénicos es una estupidez tal como cuando se cree la gente que sigue consumiendo los mismos alimentos que de forma natural han existido y no es así.

Otra cosa es que la manipulación conlleve problemas e intereses. Muchas empresas funcionan de forma perversa e interesada, es decir, tratando de acortar caminos para hacer grandes beneficios y entonces hay veces que puede que te estén metiendo cosas raras, pero ocurre en el ámbito de los laboratorios de las medicinas también por ejemplo. Y no diremos por ello que las medicinas  ni las vacunas son malas. Las medicinas y las vacunas son buenísimas y nos han mejorado y mejoran la condición humana y nuestra especie. Pues esto es lo mismo.

Y hay otra cosa que es la clave en todos estos antiprogreso que en el fondo son antihumanidad porque la evolución en ese aspecto, el hecho de que el cuarto de kilo de jamón de york hoy no sea el mismo que el de 1960 cuando alguien iba a comprar un cuarto de kilo de jamón de york, que los tomates no sean los mismos, que los pollos puedan ser producidos de tal manera, permite que el pollo no sea una comida de domingo para algunas familias. Permite cuando ha llegado la crisis que todo el mundo deje la ternera y coma pollo. Es así. Gracias a eso la gente puede alimentarse mucho mejor. Y todo eso lo hemos conseguido gracias a la libertad económica. No podemos ser tan antiprogreso y tan cerrados.

Lo que hacen los agricultores españoles y especialmente los franceses es alimentar todo este tipo de movimientos porque no quieren competencia. Entonces ellos pueden seguir viviendo tranquilamente sin esforzarse. Si no son rentables ciertas explotaciones de ovejas o de vacas, se tira a la subvención. Las subvenciones o el impedir la entrada de determinados productos en última instancia beneficia a aquellas personas a las que va dirigida la medida y perjudica al conjunto de la población.  Pondré un ejemplo que era fantástico:  en el año 75 el anterior acuerdo de tarifas de liberación (El GATT) estableció que se liberalizarían en 25 años los productos manufacturados de la China. 25 años era el año 2000, que es cuando se liberalizó y la gente se quejaba de que entraban productos chinos porque eran más baratos.  Poco tiempo después el Presidente Nixon estableció un acuerdo de libre comercio específico con China, en un proceso de apertura que hicieron las dos economías un poco por aquello de que China empezase a abrirse: establecieron un acuerdo de nación preferente. Eso significaba que unos batines de seda bordados con una manufactura maravillosa y fantástica que en España costaban dinerales y dinerales, tú podías conseguirlos por 100-150 dólares en EEUU ¿Quién se ha estado fastidiando comprando batines de seda a 15-20 veces el precio de lo que los podían comprar en Nueva York? Pues los españoles, los franceses… eso es así.

Frente a la cerrazón de los antiglobalización la gente no sólo compite en precio, también lo hace en calidad. Si fuera en precio o en costes ellos dicen: claro, la manufactura, la mano de obra en China está baratísima, los precios son muy baratos y entonces nos meten el dumping. Si eso fuera verdad Alemania no exportaría ni un tornillo, porque los salarios alemanes son enormes. La gente consume precio pero también calidad. Y si te empiezan a contar que los juguetes chinos tienen unos componentes que a lo mejor tienen tal cosa, pues la gente aquí ya procurará tener cuidado.

Por ejemplo imaginemos la cantidad de vino que podría vender España en EEUU. Sin embargo lo que está ocurriendo es que todo el mundo compra en EEUU vinos franceses, italianos, chilenos y argentinos cuando los españoles son mucho mejores en muchos casos. Si hubiera un Tratado de Libre Comercio nosotros podríamos competir en mejores circunstancias ya que estaríamos en las mismas condiciones que los demás.  Así que más competir en el mercado, más libertad, sí al TTIP y no al proteccionismo y a la subvención.

@lodares

 Economista

30 septiembre, 2016

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