Madrid, Opinión

Cadena de televisión versus cortijo

Hace años, el sueño de todo español que hacía carrera era tener un cortijo.
Los fabricantes, los empresarios, la burguesía que hizo la revolución industrial, esos tenían fábricas y no presumían de ellas, porque una fábrica no luce nada ni queda señorial como un cortijo, generalmente inútil, y cuanto menos cultivado mejor. Pero el rico del pelotazo de entonces, ese lo que iba era a por el cortijo, y si era conyugal presumía de él mucho más. El cortijo sin apenas cultivar y sin toros bravos, sólo servía para llevar a los amigos. Ahora todos los aventureros del euro, los profesionales del bajonazo tripero, lo que quieren es tener una cadena de televisión, también para sacar a los amigos.

La cadena de televisión es a nuestros ricos lo que el cortijo a sus abuelos. Una cosa por la que siempre te preguntan en las cenas. Algo que da prestigio, carisma y poder social, porque todo el mundo espera que le saques en su tele. La glorificación de una gran carrera social es tener televisión propia para sacar a los amigos y no sacar a los enemigos, que les zurzan. Visto lo visto, la cadena de tv colma la vanidad del que va empastado en el dólar. Saben que con la tele, cuánto más mala mejor, controlan de tres a cinco millones de nacionales, y eso es poder, o sea la figura épica de la vanidad.

Ellos dicen otras cosas, claro, para disimular. Que con la tele se ganan elecciones. Dicen que la tele da mucho más dinero que un periódico o una fábrica, pero luego la televisión les sale más cara que una amante, de las de joyas de Bvlgari, abrigos de visón, chalé en la Costa Azul, y abono al Real y los sanisidros. Dicen asimismo que con la televisión culturizan al pueblo, pero luego no echan más que payasos sin circo porque los leones están en paro, meretrices de medio pelo, cuentachistes, y alguna peli de Rambo.

Llevar a los amigos de caza al cortijo era fácil. No hacía falta ni saber cazar. Para eso estaban los guardas: para morir en lugar del conejo. Llevar una tele es más difícil. Requiere, además de dinero y Bancos, un poco de talento, imaginación, cultura, sentido del espectáculo y del periodismo, etc. De modo que se arruinan con sus teles y no crean opinión, salvo que la opinión sea Belén Esteban. La tele, en fin, no sirve para nada, y menos en sus manos, pero da caché, morbo y farde molón. Los españoles les agradeceríamos que dejen lo que no saben y vuelvan al cortijo.

@marisaarcas

8 octubre, 2016

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