Madrid, Opinión

Ecologismo de salón y humanidad

Vuelvo a leer en redes que al igual que pasó este verano con las barbaridades proferidas por el profesor Vicente Belenguer ante la muerte de Victor Barrio, existe una “humana” llamada AizpeaEtxezarraga que le ha deseado la muerte a un niño con cáncer que quiere ser torero. Como abogado no puedo soportar ni entender un sistema judicial que permita este tipo de comportamiento en las redes, al igual que pasó también cuando hubo aquel asesinato a la presidenta de la Diputación y al que algunos llegaron hasta el límite de decir “así se hace” “más tiros en la cabeza de los PPeros”. Pasarán los días, la indignación popular dejará su paso a otra chorrada y estos personajes no sólo quedarán impunes sino que recibirán muchas palmaditas en la espalda por haber sido mediáticos y defender causas “justas”.

Reconozco que no es fácil defender la fiesta nacional. Me gustaron muchos los toros de niño y luego he ido perdiendo la aficiónaunque en más de una ocasión he hecho grandes faenas de salón con la toalla de la ducha por los pasillos de la casa. Debo hacerlo regular porque mis hijas son antitaurinas. Entiendo que el mundo del toreo necesita una regeneración y menos endogamia. Serán necesarias nuevas suertes y formas de interpretar el toreo como pasó a principios del siglo XX cuando se impuso el peto en los caballos y no seguir los viejos cánones clasistas o puritanos. Unamuno dijo que el progreso consiste en renovarse poco a poco, consolidando el refrán de renovarse o morir.

Respeto a los antitaurinosde mi edad porque no todo el mundo tiene la suerte de haber nacido en Andalucía.Ortega y Gasset decía que teníamos un sentido vegetal de la existencia y que nuestra aspiración era una cultura que se pareciera a nuestro medio y atmósfera. Frente al hombre de la tierra prometida, es el hombre de la tierra regalada, el hijo de Adán a quien ha sido devuelto el Paraíso (Teoría de Andalucía), y puede que de aquí derive nuestro carácter, pero que nadie se ría de nuestras tradiciones porque como también sostenía el filósofo somos el pueblo más viejo del Mediterráneo aunque siempre nos hemos dejado conquistar pacíficamente como ahora les pasa a mis hijas con el payaso Ronald McDonalds.

La lucha contra una fiera para que la presa acabara en nuestro estómago pasó a ser un juego,gracias al que hoy un toro con casi cuatro años sobrevive como especie y acaba también en un plato como alimento ecológico. Dicen los científicos que en la evolución de las especies pasamos de ser animales a hombres, y no al revés como le puede estar pasando a estos descerebrados. De una alimentación herbívora, el homo sapiens por desajustes metabólicos provocados por un mayor desarrollo cerebral, se convirtió en omnívoro, siendo necesaria la ingesta de proteínas junto a los carbohidratos y grasas. Igual los veganos, tienen otras interpretaciones pero en fin no me fiaría yo mucho del desarrollo intelectual de Justin Bieber o de nuestras autóctonas Penélope Cruz (que aunque reniegue se hizo famosa con el Jamón, Jamón) y Alaska a la que se le puede presumir y presumo algún desliz importante.

Ser vegano y animalista está de moda, y la industria alimenticia lo promueve y celebra porque su ecología de salón y de química es mucho más barata que la que deriva de la naturaleza, de la caza, de la crianza de un cerdo ibérico o de un toro bravo. También está de moda la peste del siglo XXI, el  cáncer, que dicen que tiene mucho que ver con nuestra alimentación capitalista. Esa enfermedad que afecta a un niño, Adrián Hinojosa, que sueña simplemente con crecer y ser un hombre. Y lo va a conseguir porque es muy grande. Va por ti, torero.

@jlmhens

11 octubre, 2016

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