Opinión

Y España olvidó el santoral y el martirologio

En esta España nuestra te puedes llamar de cualquier manera, te puedes bautizar en extranjero y quedar como una persona mayor. Y todo gracias a los que mandan. Ya que no nos han dado ni nos dan empleo (a los de por aquí, digo), nos dan la libertad de llamarnos Gary Cooper o Samantha Fox, que es como quisieran llamarse algunas conocidas mías.

Sabía yo que eso de los culebrones, ahora desplazados por los reality shows y el deslenguado Jorge Javier Vázquez no podía acabar bien. Todas las niñas querrán llamarse Libertad Lamarque y gracias a los de Podemos, terminaremos por decir “tiempísimo”, como en Venezuela. ¿Cuánto tiempo hace que Pablo Iglesias no dice una verdad?. “Tiempísimo”. Si queremos hacer bien las cosas, hay que empezar por el rey, nuestro rey prudente y cabal, que algunos quieren verle metido a alcaldillo, tipo Zalamea. El día que le pongan en el BOE Philih Number Six, yo me voy de este país, y espero que él también.

Las Greta Martínez y los Terence González no hacen sino explicar el lamentable imperio cultural y social de USA sobre Hispanoamérica. Aquí ya estamos alcanzando ese nivel latino y hay mucha Meryl López y mucha Scarlatta Díaz. Es la televisión y el cine, claro. Cuando la República también se dió libertad de nomenclatura, con lo que todas las niñas se llamaban Constitucional y todas las Avenidas eran de la Ilustración. Era cursi, pero al menos no estábamos americanizados.

Por otra parte esta libertad de bautismo sirve para darle un poco de vara a la Iglesia, que la teníamos muy tranquila, hombre, propiciando que los españoles se olviden del santoral y el martirologio, tan rico en Toribios y Macarias.

Rompemos asimismo la tradición familiar de llamarnos como la abuela doña Gumersinda, con lo que se jode un poco más a la familia, que también es un núcleo conservador. Vamos a ser más cursis, pero también más modernos.

El nombre de la rosa. El nombre de la cosa. El nombre hace a la cosa. Escribió James Joyce que la Iglesia está fundada sobre un retruécano: “Tu es Petrus...”, dijo Cristo. “Y sobre esta piedra…”, etc. Lo que pasa es que las actuales mocedades se pasan de modernas y muchas Conchitas, Marpuris y María Virtudes de diecisiete años nos han salido ranas como si se llamasen Zsa Zsa Gábor. Le pegan a la priva, al pastillamen, a la ingle y a la cabra como si no fueran hijas de un agricultor, camionero, funcionario de Aduanas o pasante de notario. Y claro, así nos va.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

 

19 marzo, 2017

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