Actualidad, Opinión

Adiós a una señora del periodismo

Imagen: Vanitatis

Señora en el más ámplio concepto de la palabra, dama del periodismo, siempre vital, alegre, castiza, conversadora e inteligente, Paloma Gómez Borrero, se nos ha ido a los 82 años entre la urgencia y la noticia, voy a decir su nombre y que la quise.

Siempre tuvo Paloma, concéntrica a su cosmopolitanismo, una curiosa vocación romana, y más concretamente vaticana, una fascinación por los Papas antiguos y modernos que a mí se me explica por aquel levitismo local  que nos invade: nadie tan atento y tan irónico con lo que pasa en San Pedro como aquellos judíos católicos y castellanos que quizá fuimos.

Paloma fue con toda justicia corresponsal de televisión en Roma-Vaticano y a día de hoy nadie la ha sustituido cumplidamente ni heredado su magisterio en tal menester.

Fue la periodista que mejor conoció a los últimos 4 Papas pero sentía pasión por la vida y obra de San Juan Pablo II. Gracias a Paloma entendimos el éxito de Wojtyla. Ella nos explicó y documentó toda la andadura del Papa polaco mediante fechas, escritos, información secreta y pública, anécdotas y categoría, con unas crónicas que estaban entre el gran periodismo y la teología, entre la objetividad y la ironía, entre Dios y el Demonio. Wojtyla fue una de las figuras más controvertidas del fin de siglo y Gómez Borrero nos dió el Papa real y absurdo que no estaba a la vista, el rehén del Opus Dei y el polaco que desmontó la URSS.

Esa esquizofrenia profunda que vivió el Vaticano entre la posmodernidad funcional y aséptica del Opus y el viejo cristianismo mártir de Polonia, era algo que desteñía sobre la masa de los católicos, que al final se casan, se desentienden, se frivolizan o irónicamente, se acogen de nuevo al anciano clericalismo español, al nacional catolicismo, por no vivir a redropelo de las multinacionales de la fe. Prefieren quedarse en casa con Pascal, a quien no han leído. Decía Pascal que todos los males le vienen al hombre por no quedarse quieto en su cuarto. Nuestra Paloma creía que a ese Papa también.

Paloma Gómez Borrero nunca jugó a heroína de nada ni a perdedora, como algunos articulistas de su generación, como algunos que ayer y hoy, nos venden su historia mecanográfica de victimas, que han hecho del victimismo, en fin, un género periodístico, ya que no tienen otro. Paloma, en cambio, era una de las mejores personas en este oficio de tinieblas. Paloma era, no lo duden, una señora del periodismo.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

26 marzo, 2017

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