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Pocos mazazos en mi corazón de periodista, católico y español como la noticia de la muerte de la sin par Paloma, increíble corresponsal y especialista en asuntos vaticanos durante tanto tiempo que su rostro amable parecía inseparable del de los Papas de Roma, a los que no solo servía mediáticamente sino que lo hacía con amor de católica ferviente. ¿Alguien de nuestra generación, la suya y la mía, que es la misma, ha prestado atención a los temas vaticanos y católicos procedentes de Roma sin digerirlos a su través?

Estudiante brillante en la vieja y también inigualable Escuela de Periodismo supo, sin embargo, que durante toda su esplendorosa vida seria más importante ser católica y española y que a tal doble cualidad debía servir con su magnífica profesionalidad, tan apreciada en los medios vaticanos como en los españoles y, en general, entre la catolicidad española. Me atrevería incluso a decir que más de un católico español debe a Paloma la permanencia de su Fe, adobada a diario y durante tantos años por la amabilidad de su mensaje.

Me gustaría que el agradecimiento del Vaticano, de España y de los españoles se concretara de alguna manera y no solo lamentando su desaparición. Sabiendo como todos sabemos que en la Iglesia Católica Romana las mujeres no tienen acceso al sacerdocio  me atrevería a sugerir al Papa Francisco que utilizara el antiquísimo privilegio de que cualquier católico, sin necesidad de pertenecer al Clero, puede ser investido en circunstancias excepcionales con el capelo cardenalicio, para investir con él a esta mujer y periodista excepcional.

Del mismo modo me atrevo a sugerir a S,M. el Rey Don Felipe VI, tan consciente en compañía de la Reina Leticia, del papel femenino en nuestra sociedad contemporánea, que premiase la increíble trayectoria profesional, católica y españolísima de Paloma con un más que merecido título de nobleza, que bien podría ser el de Marquesa del Vaticano.

Y a todos los católicos españoles de buena voluntad pido, ya no solo sugiero, que procuren acompañarla en sus funerales  en el numero que merece quien nos tuvo siempre al día de la noticia católica y nos transmitió su respeto a la figura de los Papas con los que estuvo acreditada, muy particularmente la de San Juan Pablo II, quien seguro habrá salido hoy en el cielo a recibirla con el cariño y amabilidad que siempre se tuvieron mutuamente.

Y espero, por último, que quienes se obstinan en atacar todo lo católico español tengan en este caso el gesto de unirse al sentimiento de dolor que hoy debe dominar a todos los españoles de buena voluntad, sean cuales fueren sus ideas. Sugerencia que dirijo personalmente a Pablo Iglesias y el ex General Julio Rodríguez, para que tengan ese detalle con Paloma Gomez Borrero, que sus católicas madres seguro agradecerán.

No te pido, querida Paloma, ni pido para ti que descanses en pez sino que ruegues, desde tu puesto de privilegio en el cielo, que cuando nos llegue la hora lo hagamos nosotros. Que Dios te bendiga.

Manuel Monzón