Opinión

Guerra abierta contra los conductores y sus coches

Imagen: El Español

Poco parece importar a la torpe y mema demagogia progre/roja que la industria del automóvil, sus industrias auxiliares, su comercialización y venta masivas, junto a la enorme proliferación de instalaciones de apoyo (talleres, estaciones de servicio, aparcamientos, etc… ) y el más enorme todavía consumo de combustible de los vehículos a motor, constituya la base de la economía  mundial y la posibilidad, infinitamente más importante que el cacareado transporte público, de que las gentes acudan a su trabajo por dificultoso que sea llegar y la distancia a que esté. Poco importa: guerra abierta a automóviles y usuarios, para disuadirles de su tenencia y utilización.

La ofensiva está llegando al colmo de la incomodidad y persecución con alcaldesas como las de Madrid y Barcelona, las inefables Carmena y Colau, siempre dispuestas a servir a la demagogia, sin importarles un bledo las consecuencias para el ciudadano normal. Y semejante idiotez tiene lugar cuando las ciudades están mejor adaptadas y acomodadas para el mejor y más fluido tráfico automovilístico y sus necesarios estacionamientos.

Pero nada, «a muerte» contra coche y usuario. La persecución en forma de multas abusivas es continua, por sorpresa, sin avisar y en formas diferentes, destacando las múltiples del estacionamiento regulado, no sólo en lo que se refiere a los infractores del aparcamiento en sí (no colocar el maldito papelito o tenerlo pasado de hora) sino, sobre todo, la continua cacería de los coches/fotógrafo de cualquiera que esté en doble fila, aunque sean unos pocos minutos y el vehículo esté perfectamente señalizado. Un auténtico calvario para carga y descarga doméstica y familiar, necesariamente cercanas a los domicilios, lo que obliga a la doble fila. Y todo ello completado con unos siniestros motoristas de nuevo cuño que todavía aumentan más las sanciones.

Para que hablar de las también múltiples reservas de aparcamiento -en París no hay ni una- , que si  diplomáticos , carga y descarga , motos , limpiezas etc… con la consiguiente llamada a grúas  y retirada de vehículos con sanciones totalmente desproporcionadas, aparte de la incomodidad de los desplazamientos y esperas para recogerlos. Y no digamos nada cuando toda la actividad industrial contamina mucho más que los coches y estos son los únicos castigados por la plaga del cambio climático.

Y para que hablar de esa SEÑAL DE CORTESÍA que son los pasos de cebra, en los que los peatones tienen preferencia pero no todo el derecho de paso, que para éso están los semáforos. Tales pasos deberían utilizarse como una combinación de cortesía, educación y amabilidad de automovilistas y peatones. Pues para nada, el peatón se cree dueño del «derecho único», increpando al coche que puede pasar si la circunstancia lo permite y no siempre el peatón, que habitualmente  lo aborda sin fijarse y en gran número con la distracción del maldito móvil.

Y como final la plaga de motos, bicicletas y taxistas. Los primeros circulando a velocidades terroríficas, haciendo maniobras suicidas y  aparcando en  las aceras o donde les da la gana. Las bicis haciendo lo mismo que las motos, aún con mayor peligro, sin respetar los semáforos y constituyéndose  en gigantesco estorbo a la circulación en horas punta y en en el centro de las ciudades. Y los taxistas empeñados en no respetar la circulación por sus carriles reservados, dedicándose a ocuparlos todos, a paso de tortuga cuando van libres,  y estorbando la circulación general .

Pero culpable, sólo usted, querido automovilista .

Manuel Monzon

18 septiembre, 2017

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