Opinión

Diálogo si, pero con condiciones

Imagen: La Vanguardia

Diálogo. He aquí la palabra pretendidamente mágica, a medio camino entre la utopía y la irresponsabilidad, tras la que, muy «democráticamente», eso sí, se guarece la ineptitud y cobardía de todos los dirigentes políticos españoles. Y no es que yo vaya a negar la conveniencia y necesidad  de que ese famoso diálogo tenga lugar para solucionar con calma y sosiego el gigantesco problema creado en Cataluña y en España por la rebelión independentista. Lo que niego es el derecho/conveniencia de que los protagonistas del diálogo sean los que, por una y otra parte, nos han llevado a este casi desastre.

La única condición que se le exige desde Madrid a Puigdemont y compañía para dialogar es que no declaren la independencia, que se retracten y vuelvan a la legalidad. O sea, la amnistía total para los delitos de rebelión, sedición y traición que han venido perpetrando con absoluta insensatez e irresponsabilidad, llevándonos al borde del abismo de un conflicto civil (en el que todavía estamos), los titulares  de las Instituciones Autonómicas catalanas. Ya dije ayer que de ninguna manera,  por la vía electoral o por la del 155, esos líderes de la rebelión, amparados en un tan utópico como falso derecho a decidir de  la población de todos y cada uno de los territorios que conforman las Comunidades Autónomas opuesto al único derecho al respecto del CONJUNTO de los españoles, podían ni debían protagonizar diálogo alguno.

Pero es que ahora voy más allá, no sólo esos líderes independentistas carecen de  derecho moral  a protagonizar ningún diálogo para conformar nuevas estructuras reformistas del Estado español, es que tampoco lo tienen, ni se lo reconocen los españoles hartos de su ineptitud o complicidad para haber llegado donde estamos, los titulares de Gobierno y Oposición del Estado. Tan poco derecho moral tienen Puigdemont y su cuadrilla a abordar nada menos que una reforma constitucional para buscar nuevas estructuras del Estado como el de Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera y sus cuadrillas, culpables todos ellos de la inestabilidad que nos proporcionaron aquel año inolvidable, para mal, sin acuerdo para encontrar una gobernabilidad y que aprovecharon los sediciosos políticos catalanes para machacar la debilidad política de España con su planteamiento rebelde independentista.

Así, queridos amigos, diálogo SI pero con otros protagonistas de todos los ángulos. Tengan todos los actuales líderes de los dos bandos rivales, que se admiten como tales, la grandeza de dimitir y desaparecer, dejando que sean otros los que aborden la gigantesca tarea de la reforma constitucional, siempre que el tal Puigdemont no proclame la independencia y nos coloque al borde de la guerra civil y no haya diálogo que valga. Tal desaparición de TODOS podría llegar, por la vía de la dimisión y reconocimiento de su inutilidad y fracaso, como gobernantes y opositores. Pero si no quieren éso que se atrevan a convocar y hacer unas elecciones generales que jamás podrían abordar con los nombres al frente que hoy tienen o afrontarían todos un desastre colectivo.

Si Puigdemont el lunes no declara la guerra civil, que éso es lo que significa declarar la independencia, DIÁLOGO SI PERO CON RELEVO PREVIO DE TODOS LOS LÍDERES POLÍTICOS QUE HAN ENCABEZADO ESTAS DESASTROSAS LEGISLATURA Y LARGUÍSIMA PRELEGISLATURA QUE HAN HECHO POSIBLE LA REBELIÓN CATALANA. Los Puigdemont y compañía  merecen el desprecio, la condena política y el alejamiento, quizá hasta el exilio, pero Rajoy, Sánchez, Rivera y sobre todo Iglesias TAMBIÉN.

General Monzón

14 octubre, 2017

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