Opinión

La España pobretona

No me estoy refiriendo a los manoseados datos económicos, sobre todo macroeconómicos con los que tanta lata optimista nos dan continuamente los De Guindos y Montoros, ni al ránking que a nuestro país corresponde entre las naciones desarrolladas. Me refiero al triste papel que, como potencia de primera linea que deberíamos ser y no somos, desempeña España en el mundo y en su problemática global. Cada vez que se produce o reproduce algún conflicto en el mundo, en sus continuados escenarios de crisis, nos hartamos de escuchar las recabadas opiniones de los líderes de las potencias de verdad, tipo Estados Unidos, Rusia, Alemania, Francia. China, Reino Unido, etc etc y nunca las de nuestros «liderillos», que a nadie importan en el concierto internacional  y que ni siquiera  intentan hacer oír  aunque sólo fuera por respeto a una historia gigantesca.

En contraste con la España de Franco, respetada por todo el mundo islámico y el iberoamericano con los que aquel caudillo, auténtico líder en su época, le guste o no le guste a tanto antisistema que pululan por  aquí, jamás toleró que se tuviera contencioso alguno con ninguno de los países que integran ambos bloques. Y por ello su opinión, la de Franco y aquella España, sí era requerida, escuchada y respetada por amigos y adversarios. No tenemos más que recordar la negativa de la España franquista a unirse al bloqueo contra la Cuba castrista, dictado por los Estados Unidos, sin tratarse precisamente de un Régimen político coincidente  con el de aquí. Se tenía claro, entre lo que debían ser los fines permanentes de nuestra Patria, el  de no sumarse nunca a actitud agresiva alguna contra cualquiera de esos países latinoamericanos o árabes y musulmanes con independencia de su sistema político, lo dijera , lo pidiera o pretendiera imponerla fuese quien fuese.

Hoy, por el contrario y desde hace muchos años, desde la desaparición de Franco, no se escucha ni se pide  la opinión de España sobre el desarrollo de las crisis en los diversos escenarios de conflicto que desgraciadamente protagonizan o sufren tantas naciones hermanas de las antes citadas. Nos hemos dejado arrinconar, sin categoría de potencia mundial, a las órdenes de Estados Unidos, la OTAN o la UE, sin atrevernos a opinar por nuestra cuenta independiente ni en la problemática siria, la iraquí, la egipcia, la kurda ni por supuesto la un tanto chula israelí y tantas más. No es extraño así que las oligarquías que desde la sombra dirigen el mundo nos muestren su desprecio e incluso su agresividad «obsequiándonos» con nuestro problema catalán y la amenaza de disgregación nacional que ello comporta.

¿Y desde cuándo empezó a correr el reloj de esta sumisión esclava y por qué? Pues desde 1977, año en el que, paralelamente a la gestación constitucional  producto de la transición, se puso en marcha el primer Plan Estratégico Conjunto de las Fuerzas Armadas por el Alto estado Mayor,  denominación que entonces tenía el actual Estado Mayor de la Defensa, que había de determinar el objetivo de fuerza conjunto de los tres Ejércitos para alinearnos como potencia de primera linea en el concierto mundial. En ese orden de cosas y contando con la presencia al frente de la Dirección de Energía Nuclear del Teniente General Olivares Baqué, procedente del Arma de Ingenieros del Ejército de Tierra, se incluyó en el citado Plan la llamada «operación Islero».

«Islero», nombre como muchos recordarán igual al del toro que acabó con la vida del matador Manolete en 1947, pretendía reforzar la categoría de potencia militar de España con la dotación del arma atómica, que define a las potencias militares de primer nivel -a lo que teníamos perfecto derecho pues al no haber firmado la España de Franco el Tratado de No Proliferacion de Armas Nucleares no había razón para privarnos de semejante dotación (el TNP había sido establecido egoistamente, a raíz de 1945, por las cinco grandes Potencias mundiales -USA, Unión Soviética, Francia, China y Reino Unido – que se autoirrogaron el derecho de ser las únicas potencias militares nucleares del mundo, como la pertenencia permanente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas).

Poco tardó nuestro «amigo y aliado americano», Estados Unidos, en obligarnos a renunciar a semejante privilegio militar y a la España  «democráticamente debutante» de aquellos años a firmar el citado y reseñado TNP. Desde entonces no somos nadie en el concierto mundial, lo que se pone continuamente de manifiesto en todos los escenarios de crisis actuales y sobre todo en la ofensa de ese Gibraltar de soberanía británica, que el «amigo» americano, regiamente instalado militarmente en las cercanías del Peñón, en la gigantesca base aeronaval de Rota, jamás ha hecho un gesto para que se cumpla la legalidad de la ONU que exige la desaparición de ese último vestigio colonialista en territorio europeo y su devolución a España. Ofendidos pero sumisos y  resignados a ese no ser nadie. Sumisión a la que se niegan Irán y Corea del Norte, a las que justamente «no les da la gana» de aceptar esa exclusividad de potencia nuclear militar para los «Cinco Grandes». Mucho más si se tiene en cuenta que, aparte de esos cinco todopoderosos, hay tres potencias nucleares  más por aquellos toleradas: Pakistán, India y por supuesto Israel, que en su momento se saltaron a «la torera» el TNP.

General Monzón

16 diciembre, 2017

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