El advenimiento del comunismo en Madrid llegó con un pacto de perdedores contra quien legítimamente ganó las elecciones, el Partido Popular. Sin embargo, la legalidad establecida por la propia Ley Electoral propició que Ahora Podemos, con la connivencia del PSOE, gobierne la capital de España invistiendo alcaldesa a Manuela Carmena, ex juez licenciada en Derecho en 1965 y afiliada ese mismo año al Partido Comunista.
Quienes la conocen dicen que ella es la que decide lo que está bien y lo que está mal; y es que los marxistas bolcheviques piensan que los únicos legitimados para gobernar son ellos, todos los demás son enemigos representados en una derecha que sienten ilegitima y a la que odian por definición. Es evidente que la democracia para ellos es única y exclusivamente el voto de los suyos, y a los suyos enchufa cual empresa de contratación, demostrando ser más casta que la casta ya que en este caso no se molestan ni en disimular;¡ hágase, cúmplase!
Las leyes son las que ellos imponen a golpe de hoz y martillo; para muestra sólo basta ver cómo están aplicando lo que ya se conoce como ley de revanchismo histórico, ya que el criterio que aplican se aleja mucho de lo que debería ser una ley para la reconciliación — nunca se alcanza la reconciliación por ley sino por voluntad y espíritu— , impuesta desde la incultura, por cierto, como muy bien demostró el edil del PP Pedro Corral dando una magistral lección de historia, inútil ante la retirada de la placa conmemorativa en un cementerio privado en Carabanchel bajo a los carmelitas asesinados por el odio ideológico intrínseco que acompaña al marxismo a lo largo de su historia.
Nos recuerda George Bernard Shaw que el odio es la venganza de un cobarde intimidado.
Escritora y Analista política
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