Opinión

Aritmética socialista: nihilismo cultural y lucha de clases

El socialismo procede siempre a través de dos operaciones opuestas, una igualación y una diferenciación. En la primera operación se tiende a equiparar a todas las culturas. En la segunda se insiste en las diferencias que dividen a las clases sociales que integran una misma nación. El socialista aplica un doble rasero. Defiende el multiculturalismo, el relativismo, la armonía y el hermanamiento de todas las civilizaciones y, a continuación, utiliza esos mismos principios igualitarios para promover la lucha de clases. Las incoherencias son palmarias. Por un lado dice que todo el mundo debería ser igual, tener los mismos derechos, los mismos ingresos, las mismas necesidades. Pero por otro lado se cuida mucho de distinguir el estatus social de cada persona. ¿Cuál es el motivo de que las razas y las culturas deban convivir en paz y sin embargo las clases sociales tengan que matarse? No tiene ningún sentido. En realidad, debería haber más diferencias entre aquellas personas que pertenecen a distintas culturas que entre aquellas otras que conviven dentro de una misma sociedad.

No hace falta ser demasiado listo para darse cuenta de las nefastas consecuencias que traen aparejadas estas dos operaciones. Por un lado, se enfrenta a los ciudadanos de una misma cultura, impidiendo su convivencia y su desarrollo pacífico. Y por el otro se obvian completamente los principios legales que llevan a determinadas sociedades a prosperar mucho más rápido que otras.

El descalabro de Europa al que asistimos hoy en día tiene bastante relación con esta aritmética. La lucha de clases fomenta el odio hacia el rico y despierta las envidias de los ciudadanos, reduce la inversión y provoca desmotivación y abulia entre los trabajadores, produce inseguridad y genera paro, etc. Y la multiculturalidad acaba creando guetos en el corazón de las ciudades, omite aquellos delitos que cometen algunas culturas con más frecuencia, rompe las normas de convivencia, y acaba con una tradición de siglos basada en el respeto y los logros sociales.

La política de subvenciones a la que se adscribe Europa ha lastrado el desarrollo de determinadas zonas durante décadas. Andalucía es un buen ejemplo. Las ayudas a la ganadería y la agricultura impiden que las regiones caminen hacia modelos más sostenibles, que abandonen la economía de subsistencia y la sustituyan por los servicios o las tecnologías. Y las políticas de integración han tenido como resultado un aumento progresivo de la violencia y los delitos. Lo que está pasando estos días en Colonia con los refugiados sirios y los norteafricanos debería despertar nuestra cautela.

En definitiva, la aritmética socialista consta de una serie de adiciones, multiplicaciones y divisiones erróneas que acaban traduciéndose en una mengua de los logros occidentales que tanto ha costado conseguir. Solo cabe esperar que la fracción no sea total y aun quede tiempo de remediar la situación.

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@helades2001

Licenciado en Biología y máster en la Escuala Austríaca de la Economía

5 febrero, 2016

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