Preferentes, cartas nigerianas, tocomocho… o “funnydent”. Son muchas las versiones y maneras de tomar el pelo a los ciudadanos y desplumarles la cartera. El Lazarillo de Tormes parece una ONG ambulante y Rinconete y Cortadillo unos benefactores de la humanidad comparados con los sofisticados malhechores que pueblan la península ibérica.

En esta ocasión, el timo tiene un componente que lo hace especialmente vituperable ya que se juega con la salud de las personas, con algo tan condicionante en nuestras vidas tanto en lo físico como en lo psicológico como es lo bucodental (ortodoncias, implantes, cirugía maxilofacial…). Hablamos del escándalo del cierre de las clínicas Funnydent, que han dejado en la estacada con el tratamiento a medias, sin dinero o ambas cosas a centenares, miles de personas. Muchas de ellas (y la mayoría de muy humilde condición) en mi ciudad: Leganés.

Las administraciones se están poniendo de perfil (en especial el Estado y la Comunidad de Madrid) y esperan que el ruido mediático acalle una reivindicación que ahora nos parece tan legítima, pero que por una suerte de magia negra pocas veces ha salido a la luz: ¿Por qué la seguridad social, los servicios sanitarios públicos no cubren una prestación básica universal en lo relacionado con la salud bucodental? ¿Se puede equiparar como consumidores a quien acude a una academia de inglés o compra una lavadora con quien es un paciente de una clínica? Ahí está el quid de la cuestión. “Sería muy caro e insostenible”, dirán algunos. ¿Tan caro como la continua y diaria corrupción? ¿Tan caro como financiar juegos olímpicos, la F1 o tirar la pava del campanario? ¿Tan caro como los tan útiles senadores y senadoras? ¿Tan caro como los fuegos artificiales de cada fiesta de los más de 8000 municipios españoles? Demagogia. Populismo. Irresponsabilidad. Palabras siempre a mano de quien lo tiene todo y le cuesta bien poco pontificar sobre la necesidad ajena.

No sé, quizá episodios como lo de Funnydent sirvan para remover conciencias, repensar prioridades, plantearnos para qué sirven los poderes públicos. En Leganés, desde ULEG nos hemos volcado para echar una mano a los afectados porque hemos pensado que si los ayuntamientos no ayudamos en un caso así, ¿para que existe un ayuntamiento? Vivimos tiempos donde parece que la historia se acelera. La incertidumbre nos espera en cada esquina, pero si no tenemos claras ciertas certezas no nos quepa duda de que los de siempre nos harán lo de siempre. Sí, nos sacarán los dientes precisamente los que tienen más morro.

@carlosULEG

Portavoz y concejal de Unión por Leganés-ULEG y presidente de Tercera Vía