Opinión

El precio de ser un títere

El aprendizaje de que somos partícipes desde nuestro nacimiento nos permite sobrevivir con dignidad gracias a la observación más o menos esmerada de leyes no escritas. Éstas son anteriores a la existencia del propio ser humano y se manifiestan hacia la eternidad. Pensemos en el aborto, el racismo, la esclavitud, la tortura…y por extensión pensemos en sus consecuencias. ¿Realmente requerimos dotarnos de un marco normativo que exprese una regulación al respecto? ¿Es necesario el establecimiento de un derecho positivo que contemple determinadas conductas (nocivas a ojos de cualquiera) y reproches a las mismas? Claramente no.

El alcance de las conductas tendentes al ultraje entre semejantes ya obtiene su reproche en la ley natural. La condena de los actos que manifiestan esas ofensas viene dada por los integrantes del grupo al que se pertenece, obteniéndose así el fin último no menor de la felicidad, pues su acatamiento es fuente de satisfacción personal reflejada en el bienestar del conjunto.

El viernes pasado se produjo un buen ejemplo respecto de lo antedicho. Entre las actividades carnavalescas propuestas por el Ayuntamiento de Madrid, tuvo lugar una representación de títeres entre cuyas escenas se ahorcaban jueces, se violaban monjas, se asesinaba a embarazadas y se daban loas a ETA y Al Qaeda. Como respuesta: el reproche general de los padres y familiares de los niños asistentes. Algunos representantes del consistorio madrileño se han apresurado a justificar el hecho, amparándolo en el cajón desastre de la libertad de expresión cuando en realidad se trata de una deshonesta violación de la ley natural.

Las nuevas formas de hacer política, de las cuales el PSOE es coautor en tanto que sustento de la sucursal de Podemos en Madrid, están poniendo de manifiesto lo más rastrero de que es capaz del ser humano, el único capaz de someter y diezmar a sus semejantes por mero capricho. Del mismo modo que esos padres no dudaron en actuar al ver barbaridades de este tipo, los ciudadanos en su conjunto han de conjurarse para censurar con vehemencia y determinación la continua humillación de la propia especie, justificada por quien pretende la vicepresidencia del gobierno de España si no cotas más altas. El apoyo expreso, vía urnas, o mirar para otro lado, supone dar carta de naturaleza a semejantes fechorías convirtiéndonos en títeres del azote morado.

@nandozt

detallesoriginalesferzt.blogspot.com.es/

Analista político y escritor

9 febrero, 2016

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