Estamos en un momento político muy complicado que se ha reflejado estos días en el Congreso. Es necesario desde la mayoría democrática, aislar a ciertos rufianes populistas y separatistas que han entrado en las instituciones y que seguirán con espectáculos dantescos, en un año donde además hay elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia. Una segunda transición desde un tripartito se hace por tanto imprescindible.

Tenemos instrumentos, y el pueblo, más sabio de lo que parece, no quiere unas nuevas elecciones que podrían complicar aún más la situación. Como parece que el problema es el quién (Rivera podría ser la solución pero empieza a ser temido en el PP), la Corona, cuestionada también con la dudosa ingenuidad de la Infanta, debería ser algo intrépida y cumplir su papel institucional vertebrador.

Adolfo Suárez Illana podría ser un buen candidato para dirigir un Gobierno tripartito destinado a encauzar una segunda transición. Es cierto, que no tiene el carácter de independiente, pero de cara a la ciudadanía, transmite esa sensación. Aznar lo traicionó, enfrentándolo a todo un barón como Bono. Rajoy, que parece ser el más interesado en ir a elecciones, no podría negarse, y el PP, con uno de los suyos al frente, conseguiría de esta manera lavar su imagen ante la corrupción y regenerar su partido.

En este escenario de un Gobierno temporal para una reforma constitucional, el PSOE y Ciudadanos tendrían complicado rechazar esta investidura. Han hecho los deberes con unas medidas bastante sensatas que saldrían reforzadas con el consenso del PP y con una pausada revisión por un comité de sabios, tecnócratas y profesionales que estén verdaderamente en contacto con los problemas cotidianos.

Estaríamos de esta manera dando los pasos para una profunda revisión y reforma de la Constitución, que legalmente necesita de una mayoría reforzada que conlleva un referéndum y que daría a su vez respuesta tanto al problema territorial como al monárquico otorgando a Don Felipe VI de una necesaria legitimidad democrática.

La Transición en España fue un proceso ejemplar. Seamos capaces de modelar y copiar los patrones de aquel corto periodo de Gobierno liderado por Adolfo Suárez y contener a estos políticos populistas que nos están ganando terreno, usando sin escrúpulos herramientas propagandísticas de nuestro peor pasado, ya sea Guerra Civil, ya sea ETA.

Un Rey ha de ser un símbolo y no sólo un mero instrumento al servicio de la diplomacia o del ejército; para eso ya existen los Ministerios. En determinados momentos de la Historia, hay que tomar decisiones, y en este caso, Adolfo Suárez Illana representa otro símbolo. Si a esto le unimos capacidades como moderación, honradez y superación ante adversidades vitales, estamos ante una persona que podría, en un muy breve periodo de tiempo, coadyuvar a una regeneración institucional y devolver un poco de calma y seriedad a la política española.

Usted puede Don Felipe.

@jlmhens