La Semana Santa ofrece posibilidades para todos los gustos. Siempre es positivo psicológicamente, tener unos días para cambiar tus ocupaciones rutinarias y costumbres. Al cambiar de actividades, también estás desconectando de las preocupaciones más cotidianas y cambiando tus patrones de pensamiento habitual, proporcionándote la posibilidad de tener nuevas experiencias y con ello, adquirir nuevos aprendizajes: ya sea conociendo nuevos lugares, descansando la mente, visitando amigos, familiares, o teniendo simplemente tiempo para leer, practicar deporte o esa nueva receta de buñuelos de Pascua.
En estos días, “el turismo religioso” alcanza cifras punteras. En nuestro país, las personas que viven La Pasión, aprovechando la Semana Santa para dedicarle un poco más de tiempo a su fe y devoción, se cuentan por millares. Y estas emociones impregnan la mayoría de las ciudades, con aromas a incienso y sones de tambores. Preparativos de túnicas o esas torrijas que reúne a todos alrededor de la mesa, dispuestos a pasar una agradable tarde de charla, aunque llueva.
Más allá del contexto religioso, estos rituales y tradiciones hacen referencia a grande valores e ideas universales que están presentes en la mayoría de corrientes filosóficas, morales y espirituales. Algo de tiempo libre, tesoro para padres, madres, hermanos, abuelos y abuelas, felices de pasar más de tiempo con sus hijos, sobrinos o nietos, momentos especiales en los que poder trasmitir esas tradiciones que inculcan valores importantes de la vida como respeto, tolerancia, amor, confianza, solidaridad, aceptación, etc.
Sea como fuere, que vivas tu Semana Santa y siempre que el tiempo acompañe, hayas elegido, playa, montaña o procesión, recuerda que algo importante es aprender a desconectar de la rutina. Permitirte esas merecidas “vacaciones mentales” y poder ensayar comportamientos diferentes, realizando otras actividades para afrontar la vida con nuevas y mejoradas actitudes.
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