Seguramente fue una de las finales más intensas de los últimos años, no por un fútbol vistoso o de grandes jugadas, sino por la intensidad con la que se jugó, desde el minuto 1, incluso hasta en la tanda de penaltis.

Dos equipos, dos conceptos diferentes de fútbol, un mismo objetivo, y es que a las finales se llega para ganar, como diría el gran Luis Aragonés, del segundo no se acuerda nadie.

Pero hoy sí me gustaría reconocer al Atlético de Madrid como un digno finalista que ha demostrado que en esto del fútbol no es necesario invertir grandes cantidades de dinero para estar jugando una final y haber podido incluso ganarla. Esto hace más  grande al fútbol, y hay que felicitar a club y afición.

Pero es la hora del Real Madrid, un digno ganador, que se alza con la ansiada undécima y ya trabaja para levantarla duodécima. Es verdad que todo se decidió en la tanda de penaltis, donde muchos factores influyen (nervios, suerte, ansiedad, el portero…). La lotería.

Pero sí de algo debemos estar satisfechos es de que, una temporada más, nuestros clubes reinen en lo más alto del panorama internacional. Son demasiados años consecutivos, o casi. Y eso no puede ser casualidad.

@cerveravicente3