Madrid, Opinión

El obispo, los homosexuales, y otras especies

El Obispo de la Diócesis de Alcalá, Monseñor Juan Antonio Reig Plá, tiene eso que se denomina percha literaria. Su modus operandi no deja a nadie indiferente. En su línea más reaccionaria, continúa manifestándose abierta y universalmente contra los homosexuales.

Las homilías de su Excelencia Reverendísima atizan la polémica: ”Quisera decir una palabra a aquellas personas que hoy, llevadas por tantas ideologías, acaban por no orientar bien su sexualidad, que piensan ya desde niños que sienten atracción sexual por el mismo sexo, y a veces, para comprobarlo, se corrompen y se prostituyen, y van a clubs de hombres. Os aseguro que encuentran el infierno”. Manifestaciones de esta índole suponen más que una seña inquisitorial, un gesto de desconocimiento de la geografía y de la Historia. No se puede ser una autoridad espiritual ignorando cuál es y ha sido el espíritu que recorre la Historia.

La homosexualidad es tan añeja en Occidente como Occidente mismo, y en la cultura supone media Humanidad. Desde Sócrates y Platón a Marcel Proust, desde Shakespeare a Leonardo, Occidente todavía no se ha educado en la convivencia con una singularidad de la especie de la que en buena parte vivimos. Estar contra los homosexuales es como estar contra los judíos: una superstición.

Mientras sigamos aceptando al homosexual, “porque no queda más remedio”, es porque no hemos entendido nada. El homosexual no es un convidado incómodo de la especie, sino la especie misma en una de sus variantes. Somos plurales, imprevisibles, y nos escapamos de todas las casillas de Carl Von Linneo para convivir juntos y hacer una cultura de gran riqueza, en una fiesta de primates, macacos, negros, heterosexuales, homosexuales, caucásicos, fenicios, lesbianas, semitas y adláteres.

Ese guirigay es la pirámide humana, la torre de Babel, baluarte de hombres, que hace mucho llegó al cielo, con el filósofo Friedrich Nietzsche en lo alto del todo para anunciarnos que Dios ha muerto. Ese Dios que Monseñor Reig Plá invoca olvidando que, de existir, él sería el creador de tan asombrosa riqueza espiritual, intelectual, sentimental, que quizá no se da en ningún otro planeta.

Occidente es una gran herencia, con Darwin y efebos griegos y demás donceles incluidos. Y atentar contra esa herencia, en todo o en parte, es totalitarismo, desde los bombardeos de Hitler hasta la discriminación por raza, sexo, color o singularidad.

@marisaarcas

30 mayo, 2016

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