El rey Felipe VI está preocupado y no es para menos, el bloqueo político que vivimos desde hace siete meses en España no parece que vaya por la vía de la solución. Pese a que la Administración General del Estado funciona con normalidad, no es menos cierto que esta situación de ingobernabilidad está poniendo en jaque todos los planes de desarrollo a futuro, donde las inversiones juegan un papel fundamental para nuestra economía, paralizadas por la situación de incertidumbre y confianza, amén del enorme ridículo que estamos mostrando a nivel internacional.
La política es una disciplina que se tiene que sustentar en la responsabilidad de quien la ejerce, aspecto que no destaca en el comportamiento de un Pedro Sánchez empeñado en mantener el “no es no” al Partido Popular para la formación de un nuevo gobierno. Parece que sigue barruntando la posibilidad de ser él quien intente de nuevo presentarse a la investidura en caso de que Rajoy no lo consiga, lo que me lleva a recordar a Gollum, esa mutación hechicera aferrada a su tesoro sacada de El Señor de los Anillos.
En estos momentos es noticia la inquietud de los barones críticos con su actitud motivada por el cambio en su estado de Whatsapp por un “¿Y por qué no?” Me pregunto si acaso no será un mensaje cifrado con destinatario oculto que ha revolucionado un gallinero de por sí a la greña.
Una mención aparte me suscita el papel de Ciudadanos en lo que ya parece ser más una tragicomedia política que un asunto de Estado. La estrategia de Albert Rivera hasta la fecha, rechazando el ofrecimiento de Mariano Rajoy para participar en las labores de gobierno, y denegar el apoyo a su investidura, lo que probablemente conseguiría forzar una abstención del PSOE, le va a condenar al ostracismo político más absoluto porque no se puede estar en todos los sitios y en ninguno; eso en política se paga.
Analista política y escritora
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