Madrid, Opinión

Pedro Sánchez, el hacedor de lluvia sediento de poder

Los españoles nos estamos curtiendo en genios que no escuchan. En la literatura se dan muchos y en política aún más. A Pedro Sánchez Pérez- Castejón se le pone cara de arácnido cuando en las Cortes, por razones de protocolo, tiene que escuchar las atroces verdades que le dicen. Y las manos se le crispan  sobre un bloc y un lápiz inútiles. Entonces Pedro Sánchez se convierte en la araña arrinconada en su rincón.

No le duele tanto lo que le están diciendo como el tener que soportar la burla de un parlamentario, literariamente muy inferior a la suya. Antes de las elecciones, el discurso de Pedro Sánchez era tópico, típico y fácil. Donde y cuando se luce Pedro Sánchez es ahora, en el discurso a la contra, en el romance de la mentira, cuando tiene que inventar, hacer literatura, para refutar al adversario, para justificar lo injustificable, para tratar de camelarse a los españoles. Lo que tiene en común con el escritor es la mentira. Lo que tiene en común con un sicario es la frigidez moral.

Hacedor de lluvia, como los chamanes de los tristes trópicos, Pedro Sánchez ha pasado de ser el hombre providencial a ser el hombre ocasional, el único que cree que puede salvarnos en esta ocasión.

Los españoles hablaron en las urnas pero Pedro Sánchez, inasequible al desaliento, aún no se ha dado cuenta de que perdió por dos veces las elecciones. El hacedor de lluvia no asume la pérdida y tampoco colabora para que haya un gobierno estable.

Es obvio. Pedro Sánchez detesta a la Derecha y odia a Mariano Rajoy. En este sainete político, el hacedor de lluvia de la tribu democrática y socialista, ha perdido su magia pero no el pelo de la dehesa y ahí queda latente la sequía de ideas de alguien sediento de poder. Quienes confiaron en Pedro Sánchez creyeron que tenía la magia de la palabra, el poder del cambio, el carisma de un líder y una gran altura de miras. Hoy la palabra devorante ha convertido a Pedro Sánchez en un bronceado robot que habla. Su palabra es monotemática, amparada en esa verborrea televisiva, mediática y cansina. Nunca humana ni cercana, ya.

@marisaarcas

6 septiembre, 2016

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