María Rita Barberá, a sus 68 años, ha abandonado este mundo. Tras meses de sufrimiento, personal y profesional, ha sido víctima de un infarto y ha fallecido en el acto y sin posibilidad de ser reanimada. Personalidades políticas de todo el país han demostrado su respeto y condolencias, aunque no han sido todas las debidas.

Quien fuera presidenta de Valencia, su ciudad natal, durante 24 años, equivalente a 6 legislaturas, ha dejado la política, y esta vida, para siempre. Unos opinarán que ha sido la mejor política del país, otros la acusarán de cuestiones no probadas, pero nadie podrá negar, y menos aún los vecinos de su ciudad, que hizo mucho bien por sacarla adelante. Bajo su mandato, llego a ser la ciudad más famosa del mundo.

Hace unos años que su política empezó a decaer, por acusaciones negativas contra su persona, y recientemente se ha visto obligada a abandonar el Partido Popular, por un escándalo jurisprudencial. Sin embargo, ha fallecido sin que se esclarezcan los hechos, y habiendo declarado por última vez menos de 48h atrás. Por tanto, no se ha sentenciado su culpabilidad, y prevalece la presunción de inocencia, que archivará su caso, pero ha cumplido su obligación con la ley hasta el último momento.

Se han guardado minutos de silencio a nivel nacional y local, y solamente ciertos representantes políticos, contrarios a esta actitud no demostrada, han decidido ausentarse en ese acto, lo que les resta credibilidad por no mostrar respeto por un fallecido. Nadie podrá decir nunca que fuera inocente de las cuestiones que se le imputaban, pero tampoco se podrá decir que era culpable.

En conclusión, mientras muchas personas han decidido dejar al margen las diferencias, y han lamentado el fallecimiento de Rita Barberá, otros no han sido justos, y han creído lógico acusar a una persona, que ya nunca se podrá defender, de algo que nunca ha sido dictaminado por un juez, y con ese motivo se han ausentado en sus condolencias.