Madrid, Opinión

La conjura de las damas

Más que villano, que lo es, el trato que le han infligido a María del Carmen Rodríguez, ex mujer de Francisco Correa, supuesto cabecilla de la trama Gúrtel, es una concatenación de circunstancias de la que los periodistas no tenemos la menor responsabilidad. Esta señora sabrá mejor que yo ponerle los apellidos a quienes secretamente han disfrutado complacidos de su vejación pública, viendo en ella una distracción sobre las connivencias que tuvieron con su ex marido.

Francisco Correa contrajo matrimonio en segundas nupcias en 1997 con Mari Carmen Rodríguez. Se rodearon de empresarios y políticos de renombre hasta el punto de que ambos acudieron a la boda de la hija de Aznar en El Escorial. Ella eligió para la ocasión un Caprile de casi 4000 euros, un diseño que aparece en el sumario de la Gúrtel al haber sido pagado supuestamente con dinero público. En 2005 la pareja se separó.

Ni la enjuicio, ni la inculpo, ni la exculpo. En su caso, el matrimonio no fue un sacramento ni un contrato civil: fue un pozo de secretos compartidos. La delación dentro de la pareja, aún siendo útil para el interés general, siempre envilece. Ser cónyuge es aceptar estar uncido al mismo yugo; no hay pareja sin complicidad y todos nos beneficiamos de los “delitos” de quienes decidieron unir su destino al nuestro. No soy muy perspicaz, pero tampoco tan estúpida como para creer que la ex señora de Correa fue una pieza decisoria y activa en los fructíferos merodeos de su ex esposo por detrás de las líneas de la decencia.

Mari Carmen Rodríguez no es Virgen y mártir pero la están quemando como a un ninot en las fiestas de San Juan. Todo este rififí, este butrón al Estado, al que estamos asistiendo se quiere también resumir en una conjura de damas: Infanta Cristina, Ana María Tejeiro y Mari Carmen Rodríguez. A lo que parece, sus maridos son unos débiles mentales dependientes, sujetos a la máxima científica de que tiran más dos tetas que dos carretas.

O tengo demasiada consideración por los genes masculinos, o no es verdad que personalidades tan acusadas como las de Iñaki Urdangarín, Diego Torres o Francisco Correa hubieran andado en tan malos pasos sólo por las mujeres-araña que taimadamente les precipitaron en la abyección. Y lo peor de todo es que tal argumentación no es una tesis machista, sino una deducción de peluquería de señoras. Cristina de Borbón, Ana María Tejeiro y María del Carmen Rodríguez no serán unas virtuosas, pero utilizarlas como chivos expiatorios de la vergüenza nacional, como espurio modelo de lucha contra la corrupción, es una afrenta a la inteligencia de los ciudadanos.

@marisaarcas

2 diciembre, 2016

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