Madrid, Opinión

La triste soledad anciana

En estas Fiestas parece obligado estar alegre y buscar la felicidad. Difícil empeño cuando ya ha transcurrido prácticamente toda la vida de uno y nos encontramos en la prórroga.¿Por los naturales achaques? ¿por la enfermedad? ¿por la muerte? ¿por la pobreza? ¿por la dependencia en cualquiera de sus formas?. No, que todo eso entra dentro de lo natural. Lo peor con mucho, es la soledad y la ausencia. No hay azote como la soledad. Cualquier condenado a años de privación de libertad no sabe, afortunadamente para el, que hay algo peor, y es que le tuvieran así encerrado sin compañía alguna. Vamos, que el penado en compañía y con salud es un privilegiado en comparación con el anciano martirizado por la soledad y las ausencias.

Recordar a los que se han ido solo se puede soportar pensando/imaginando que alguna vez, en algún estadio los volveremos a encontrar: tortura es el dolor de perderlos y encima no tener la fe de reencontrarlos. Pero….¿hay algo mas difícil de practicar, aparte de ser una gracia no al alcance de todos, que la racionalmente dificilísima fe?. Es un consuelo difícil. Y aún es peor la soledad y el no sentirse  lo suficiente como para que te acompañen con cariño. Conste que no es una acusación a los que abandonan a mayores en soledad; quizá muchos nos hemos ganado semejante actitud, pero no deja de ser triste y desolador.

Nada mas elemental que el miedo a la muerte, a lo desconocido e incierto, pero en cuantas ocasiones es la mejor y única solución a tanto sufrimiento en solitario, sin entender ni que te entienda el entorno que te rodea. Si, porque la soledad no es solo física o ausencia de compañía física. Es mucho peor aún la soledad en el ideal, en la creencia, en la tradición, en los valores, en los gustos y hasta en la estética. Eso hace sentirse no únicamente solo sino además desplazado y sobrando en todos los ambientes de alrededor que cruelmente te ignoran por mucho que te humilles y supliques que cuenten contigo, fueras quien fueses otrora, y fuera cual fuese tu perfil y categoría.

Lo peor de la soledad anciana es que todos aquellos a quienes acudes en demanda de comprensión y alejamiento del abandono definitivo en vida, te arrojan desde la ventana de su indiferencia el látigo de su despectivo silencio: muchos veces los mismos que te halagaron y adularon en vida efectiva. ¿Y qué te queda a partir de ese momento? Solo la resignación pasiva o la ira y el odio activos, tan inútiles la una como los otros. ¿Paliativos? NINGUNO, que para nada lo son las cacareadas solidaridad y caridad de extraños, como no sea para cubrir necesidades primarias, sanitarias o de nutrición. La dependencia es la indefensión total si no la alivian los que te quieren, te quisieron o debieron quererte.

Sin amor y sin cariño la soledad es insoportable, con el componente que además conlleva de la falta de respeto. Solo puedes esperar alguna sonrisa cómplice y comunal de los que te acompañan en la altura de la partida de nacimiento. Todo ello únicamente aliviado por excepciones tan humanas, sensibles, respetuosas, amables  y cariñosas como la de esta pareja -Marisa y Alfonso -que nos acogen en este su Madrid Code. En fin, felicidad para los que puedan tenerla y aguante para los demás.

                                                   Manuel Monzón, General de Infantería, Diplomado de Estado Mayor, Abogado, periodista y pobre

27 diciembre, 2016

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