Madrid, Opinión

El totalitarismo islamoizquierdista es una amenaza planetaria

Los vandálicos y delirantes manifestantes que han desfilado por varias ciudades norteamericanas y en diversas capitales del mundo occidental pocos días después de la llegada de Donald Trump a la presidencia, revelan hasta qué punto los EEUU y el mundo occidental se han degradado desde que llegó a la Casa blanca un islamoizquierdista llamado Barack Obama en enero de 2009.

Durante el mandato de George W. Bush, gentes de la misma especie manifestaban y se producían actos de vandalismo, pero todo eso ocurrió bien entrada su presidencia, con ocasión de manifestaciones por la guerra en Afganistán, después en Irak, en unos desfiles que tenían por objetivo real objetivo el apoyo al islam radical disfrazado de «acción contra la guerra». La cobertura mediática fue entonces importante y sirvió ella también a la causa del islamoizquierdismo.

Hoy, estos amotinados y manifestantes se lanzan a las calles antes de que el presidente haya tomado la menor decisión sobre nada. Pretenden ser «resistentes», y los periodistas les dan con el gusto al tratarlos como tales. Pero resistir contra una elección democrática y contra un traspaso de poder democrático puede llamarse de varias maneras: comportamiento golpista, exigencia totalitaria… Que millones de personas pretendan «resistir» de esa manera y adopten un comportamiento golpista y una exigencia totalitaria es bastante inquietante. Que los periodistas respalden esos comportamientos y esas exigencias es igualmente inquietante.

Lo que estas personas reprochan a Trump es completamente falso y mentiroso, no es más que propaganda. También es una actitud que demuestra el rechazo puro y simple del pluralismo y expresa sin disimulos el deseo de una dictadura. No sería la primera vez en la historia que una marcha multitudinaria amenazante y violenta por las calles de una capital haya desembocado en el derrocamiento de un gobierno y el establecimiento de una dictadura.

Uno de los temas de las manifestaciones ha sido la supuesta misoginia de Trump, acusación basada en poco más que en algunas desafortunadas palabras subidas de tono del ahora Presidente cuando era candidato o dichas incluso hace años. Esa supuesta hostilidad de Trump contra las mujeres, esas acusasiones de sexismo, no han tenido en cuenta todas las mujeres que ocupan cargos de responsabilidad en la administración del nuevo presidente y en las mismas empresas de la firma Trump. Tampoco han sufrido demasiado de la contradicción de atacar a Trump en ese terreno cuando han apoyado sin fisuras a una candidata que ha acosado agresivamente a las mujeres violadas por el obseso sexual de su marido.

Estos manifestantes, mayormente mujeres, unas bobas y unas cretinas con el cerebro de plastilina, han desfilado para defender el derecho de las mujeres en los EEUU, un país en el que esos derechos no están para nada amenazados, y menos que menos por Trump. Ninguna de esas mujeres ha protestado nunca por los derechos negados a las mujeres en esos países en los que son consideradas poco menos que bestias sin alma. Ninguna de estas encolerizadas feministas ha dicho nunca nada acerca del hecho de que la candidata Hillary Clinton se dejó fotografiar durante la campaña junto a cantantes de gangsta rap que nos tratan en sus canciones como a putas que sólo servimos para ser violadas.

Esas manifestaciones fueron tan «espontáneas» que surgieron como por arte de magia cientos de miles de gorros de lana de color rosa, que se han convertido en el emblema de esta «revolución» en marcha, los llamados «pussyhats», o sea «gorros de coño», pues esa vulgaridad y esa obsesión por los órganos genitales y su enfermiza exhibición desnudista se han convertido en la imagen de marca de estas chifladas. Pero recordemos que quién es sexista, además de racista y otras lindezas es Trump, faltaría más. Incluso, el rubicundo empresario/presidente sería la encarnación de Hitler. Podíamos imaginarnos que esa comparación no iba a faltar a la cita.

Una de las organizadoras, Linda Sarsour, una islamista que quiere implantar la sharia, se presentó a la marcha con su pañuelo islámico. Las demás organizadoras son del mismo calibre. Madonna, que había prometido felaciones a los que votaran por la Clinton (no nos consta que haya cumplido su promesa), dijo que había que hacer volar por los aires a la Casa Blanca, lo que es una clara incitación al terrorismo. En esa manifestación se llegó hasta a proferir amenazas contra el hijo menor de Trump, lo que demuestra el valor y los principios de esta gente, amable y pacífica a más no poder.

Este tipo de manifestaciones y algarradas callejeras se van a repetir sin ninguna duda, serán el día a día de la presidencia Trump. Éste le hace frente a los totalitarios, sobre todo los totalitarios islamoizquierdistas, una amplia gama de enemigos de la democracia y la Civilización Occidental, que van desde Madonna hasta Abou Bar Al-Bagdadi (el líder del Estado Islámico), pasando por Hillary Clinton y gran parte de los periodistas y «creadores de opinión» en los EEUU, y más allá.

Claramente hay dos países en los EEUU: el que respeta el derecho y la democracia, y el que apoya el totalitarismo islamoizquieerdista y que hará absolutamente todo lo posible para recuperar el poder, guardarlo, y acabar de destruir a los EEUU, sus instituciones, su libertad de expresión y sus valores más esenciales.

Pero no son únicamente los EEUU quiénes están en peligro, la Civilización Occidental está amenazada de muerte. La lucha en Europa no difiere en lo fundamental de la que se va a librar en los EEUU. En Europa debemos defender a Donald Trump. Ya hemos visto durante los 8 años de la presidencia de Obama lo que le pasa al mundo cuando un islamoizquierdista llega a la Casa Blanca. La lucha en Europa es, sin embargo, más desesperada. De norte a sur y de este a oeste, el continente está más fraccionado, más desequilibrado, la situación es mucho más grave en muchos aspectos que en los EEUU. El islam ha echado raíces, ha instalado a una enorme masa colonizadora, ha comprado demasiadas voluntades y tiene en nómina a una legión de servidores. En los EEUU se ha iniciado la recuperación de la naturaleza profunda de la nación. A Europa le toca ahora inspirarse del ejemplo que le ofrece el nuevo gobierno de los EEUU e iniciar su marcha ascendente desde el agujero en que la han hundido en las últimas décadas sus élites incompetentes y/o traidoras. Eso o ser definitivamente enterrados, desaparecer de la faz de la tierra.

@yolandamorin

13 febrero, 2017

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