Opinión

Iglesias y la ética indolora

Imagen: El Periódico

Tal que la otra tarde, me quedé yo a ver la tele, cosa que no suelo, por mirar a Pablo Iglesias. El coletas habló mucho y bien, como es su obligación, pero mi conclusión es que, pese a aquello de que “está al cabo de la calle”, sigue ajeno a la realidad de España.

Las palabras de los españoles son hoy los gritos callados de las víctimas del terrorismo, el paro, la escasez, los volcados, los miserables, los humillados y ofendidos, los de las encuestas, los jubilatas, los inversores, los empresarios, los doblados, los que esperan cama, los tristes, las viudas, que ya no queda ninguna alegre, los tocados, los marchitos y los que no llegan a fin de mes.

Pablo Iglesias todo lo reduce a la “ ética indolora” de Lipovetsky, que consiste en una profilaxis higiénica y funcional, en un curalotodo verbalista por donde jamás asoma la otra ética, la ética adolorida, compadecida, viva, humana, más doliente que docente (y Pablo Iglesias es más docente que doliente). Da la sensación de que al señor de la coleta no le importamos sino como decimales humanos. Hace soluble un caso en una estadística y lo remite todo al comunismo genético y al calendario utópico.

Pablo Iglesias quiere marcar los destinos de España en lo universal, que a mí me parece una cosa de marcianitos, eutanasia y un Dios de diseño. Sea como fuere, (cada día se nota más), Iglesias hace tiempo que no escucha las palabras de los españoles, que no da la mano a un obrero, a un empresario, que no palpa la realidad. No es que sea un mal tipo: es que le han robotizado los Chávez, Castro, Maduro y demás patulea mediante la soldadura autógena, dándole además una mano de cromado, encofrándole en cuatro férreos tópicos porveniristas, de modo que repite los viejos refranes y colmos del paleocomunismo como si nada, vendido una verborrea de calderilla de bautizo y molinillos de papel, matasuegras y furbito para los pobres.

Iglesias se echa unos párrafos muy bien traídos, pero las palabras de los españoles no las entienden ni las responde. Se está rompiendo el diálogo entre el coletas y el pueblo. Es como cuando los griegos dejaron de creer en sus dioses. Iglesias se está tornando en chatarra mitológica, se mueve entre el gañido mitinero y el comunismo monolítico staliniano. Cada día se adentra más en una soledad semiológica que debe de ser eso, la ética indolora.  O sea, un detrito.

Marisa Arcas

@marisaarcas

10 abril, 2017

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