Opinión

Wall Street ya no se fía de Trump

Foto: Fotoarte

La llegada de Trump a la Casa Blanca fue recibida con alborozo por Wall Street. Sus promesas de  desregulación, recorte fiscal  e ingentes inversiones estructurales hicieron creer que se avecinaba una época de relanzamiento económico. No han pasado cuatro meses y el lunes 15 de mayo la bolsa neoyorkina sufrió su peor sesión en ocho meses. Las causas de esa detracción económica son de orden político. La conducta errática e impulsiva de Trump, sus desplantes y el frecuente recurso a la mentira ya no constituyen novedad, pero hasta ahora sólo sembraban dudas.

Ahora la gota que ha colmado el vaso ha sido una sucesión de revelaciones de sus «enemigos mediáticos». El mismo día 15 pasado supimos que el presidente compartió con el Ministro de Exteriores ruso información confidencial sobre el Estado Islámico que le confió Israel. El martes 16 que Trump presionó al ya ex Director del FBI, James Comey para que detuviera la investigación sobre el Consejero de Seguridad Nacional, Michel Flynn, que tuvo que dimitir por sus conexiones con Rusia. El miércoles 17  el Departamento de Justicia nombró a Robert Muellerr, ex jefe del FBI como fiscal independiente para dirigir una investigación extraordinaria sobre la presunta intromisión rusa en la campaña electoral, y en concreto si hubo conexión entre el equipo de Trump y los ciberataques de factura rusa contra  el Comité Nacional Demócrata.

Por último, el jueves 18 trascendió una conversación del 2016 entre dos líderes republicanos, Kevin Macharty y Paul Ryan, en la que el primero le decía al segundo que Putin pagaba a Trump. Con todo esto el futuro del Presidente USA se está nublando mucho.

Trump no tardó en protestar en plan victimista diciendo que estaba sufriendo la peor caza de brujas que se recordaba en la historia presidencial de EEUU. Lo cual no es cierto. Si lo es que ningún Presidente de la gran nación americana ha cometido tantos desatinos en tan poco tiempo ni suscito tantas sospechas de connivencia con Rusia.

El  hecho de que los mercados reaccionen negativamente ante la deriva de Trump es muy significativo. Pero el problema no termina ahí porque  la conducta del Presidente erosiona la imagen y la credibilidad no sólo de la Casa Blanca sino la de los EEUU por ella dirigidos. Y no sólo en Europa donde la elección de Trump ya fue acogida con tanta sorpresa como reserva. También en los propios EEUU. Es ocioso recordar que el aprecio de que goza Trump entre los demócratas es escaso. La pelota está ahora, pues, en el tejado de los republicanos, que controlan las dos Cámaras y que antes o después deberán elegir entre mantener a Trump o frenar el descrédito que sufre el País poniéndole en la calle.

Manuel Monzón

29 mayo, 2017

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