Opinión

Diálogo contra diálogo en la rebelión catalana

Imagen: El Diario

O lo que es lo mismo, diálogo inútil o imposible, como lo son todos aquellos en que ninguna de las partes está dispuesta a ceder en lo esencial. Ya es demasiado tarde, cuando la rebelión catalana ha llegado tan lejos e incluso ha comenzado la campaña electoral por el sí en el referéndum desde el acto multitudinario y no prohibido ni menos evitado del pasado día 15. Puigdemont, Forcadell, Junqueras y Colau, se han dirigido al Rey y a Rajoy pidiendo diálogo, sí, pero sólo para que se autorice el plebiscito maldito, mientras que las fuerzas constitucionales se muestran dispuestos al diálogo si se suspende el referéndum, en cuyo caso hasta se podría negociar la recuperación de competencias para el Estatut amputadas por el Tribunal Constitucional.

Así, sin diálogo posible y sea cual sea la solución que el Estado adopte para impedir el referéndum y la continuidad del proceso beligerante anticonstitucional, el resultado será dañino para España porque la sociedad catalana no podrá desarrollarse de forma normal en el seno de un Estado si la mitad de su ciudadanía está convencida de que estaría mejor sin él. Ya no serviría para recuperar la normalidad ni la irónica «conllevancia» proclamada por Ortega y Gasset en 1932, al afirmar, tras la aprobación del Estatut de Catalunya y la satisfacción de los nacionalistas por estimar resuelto el problema catalán, que nadie ni nunca podría resolverlo y que lo único que podría hacerse  siempre era/es «conllevarlo con paciencia».

Los secesionistas han tensado demasiado la cuerda y Rajoy se ha refugiado excesivamente en sus silencios como para poder salir con bien, de forma política/democrática y dialogante de este gigantesco y prolongado embrollo. El Estado tiene todas las de ganar, aunque lo que haga lo haga tarde y mal, y ese mal significa que la imposición del Estado no saldrá ni mucho menos gratis. Por más que Rajoy se haya empeñado en repetir que no pasará nada, ya ha  pasado de todo, como denuncian los últimos días los medios de comunicación franceses, británicos y alemanes, alertando del peligro de otro «Brexit» que la UE no podría de ninguna manera permitirse.

Madrid, con todos los poderes en la mano, no ha apretado a tiempo útil la tecla oportuna y ahora ya es tarde para cualquier procedimiento pacífico y dialogado. Sólo la presencia, y en su caso la actuación, si es que se le hace frente por la rebelión de forma violenta, de la Fuerza legítima del Estado, la de Seguridad y la Militar, pueden ya impedir la rebelión abierta catalana.

Manuel Monzón

17 septiembre, 2017

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