Opinión

Anna Gabriel, el mal gusto por bandera

 

Se debería de encarcelar al mal gusto. Porque eso era y es, Anna Gabriel, diputada en el parlamento catalán por la CUP. La señora Gabriel, la del corte del pelo al tazón, es el mal gusto personificado. En ella se amalgaman el mal estilo, el terrorismo municipal, la mamarrachada independentista, el matonismo barato, los tacos usados sin gracia (no ha leído a Cela), la falta de clase, el exceso de todo lo cutre, una galaxia de camisetas a un euro que no hacen justicia al sueldo que se embolsa cada año:más de 80.000 euros del ala, y un desprecio de barrio por todo lo que apunta sensibilidad, matiz, finura, gracia o delicadeza.

La señora Gabriel ha traído a la vida española, sin necesidad, una torpidez como de posguerra, un estilo ominoso y oneroso, una vulgaridad palpable y una nueva manera de escupir al prójimo. Todo eso estaría mejor recluido, fuera de nuestra vista. Aunque quizá estaría mejor la señora Gabriel en un colegio, aprendiendo gramática, las cuatro reglas (ella se rige por otras), urbanidad y un poco de geografía, porque tiene confundidas las comunidades autónomas y cree que Cataluña forma un continente geográfico.

El buen estilo se agradece siempre y España ya no soporta ver a la señora Gabriel hurgándose la nariz y oliéndose el sobaco en el parlamento. La televisión, el cine y los viajes nos han hecho más presentables a los españoles, gente de mejor estilo y mejores marcas, de modo que, como digo, la señora Gabriel vive en una eterna posguerra donde Bogart no sería más que un estraperlista y Albert Camus no sería otra cosa que un vendedor de cuchillas de afeitar. Lo malo del mal estilo es que se pega y esta señora ha conseguido contagiar su personalidad a mucha gente, dentro y fuera de la política. El buen estilo también se pega, claro, y Coco Chanel consiguió hacer elegante con el ejemplo a toda una sociedad. Pero aquí no tenemos una Chanel. Está comprobado por los estilistas que la cárcel da elegancia y prestigio.

El buen estilo se hace en las prisiones. Estos independentistas necesitan una pasada por el trullo a ver si aprenden de los otros presos, que suelen ser gente digna y con hambre. Oscar Wilde no perdió su estilo en la cárcel. La tropa de Anna Gabriel tampoco perderá el suyo.

 

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

28 octubre, 2017

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