Opinión

De cristianos a paganos

Estamos listos para afrontar la navidad y los chefs más prestigiosos nos enseñan que la alta cocina no está ligada necesariamente a la economía familiar. A lo que sí está ligada con frecuencia es a la pancreatitis. Estas fiestas tan religiosas son una movida de intoxicaciones etílicas, hepatitis alcohólicas, gastritis aguda, y otros amenos procedimientos de cambiar de año y cambiar de vida, porque la Navidad no es lo malo que se haya desacralizado, sino que se ha secularizado de una forma hortera.

Días del turrón de chocolate, del amoroso turrón blando de que están hechas las novias, del bravío turrón duro,  peligroso como un nacionalista, la multitud del mazapán, que es como un sol reunido a media noche, más el roscón de reyes, neumático de la piadosa Navidad cristiana, rueda de repuesto de los que han llegado tarde porque pincharon. Suben las kilocalorías. El aporte calórico en cenas y comidas navideñas revienta toda dieta habitual y los dones familiares y comestibles de la Navidad componen su laudatio a los vinos y licores que ya han hecho saltar sus tapones como cuando los soldados victoriosos tiran los gorros al aire.

Quiere decirse que las celebraciones religiosas de la Navidad se han secularizado de la manera más vulgar y menos disimulada. Lo que me preocupa no es la pérdida de salud del personal sino la pérdida de estilo, de clase, de figura. Se puede secularizar lo que para nuestros padres todavía era una fiesta religiosa, pero pecando con finura. Se puede ser hasta cursi. Lo que no se puede es atragantar una fiesta del alma atorando la vesícula de todo lo que hay en el mercado.

Las navidades ya no son lo que eran pero nuestra sociedad tampoco ha encontrado el punto de abstención y distinción mediante el cual a todos nos sentaría mejor el smoking y a todas les sentaría mejor el sostén que no llevan en previsión de inminentes apreturas desde dentro o desde fuera. Esto ya no es una fiesta religiosa ni una fiesta pagana sino una orgía de tenderos enriquecidos a quienes les ha tocado el Gordo de Navidad, un gordo para cada uno. Es triste ser cronista de estas zafiedades, pero la realidad está ahí: hemos pasado de cristianos a paganos y nos hemos hecho un lío con la cena del rey Melchor a base de productos de oferta.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

10 diciembre, 2017

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