Opinión

Los nobles novios de la muerte

La Legión española o Tercio de extranjeros, en memoria de aquellos legendarios de Flandes y la brillante época del Imperio, ha sido siempre  admirada, querida, temida o incluso odiada, pero nunca burlada como ahora se están permitiendo algunos conspicuos más instalados en el rencor y el odio, tipo el siniestro Wyoming de la «Secta televisión» o los divulgadores del problema de obesidad que azota a los legionarios. Es pues, el momento de hacer un recordatorio histórico de lo que es y significa, y ha significado desde su fundación, nuestra Legión; ésa que siempre impresiona cuando en el desfile de la Fiesta Nacional callan los altavoces para dar paso al Tercio, con su inimitable y acelerado paso peculiarísimo.

La Legión se creó por Real Decreto de 28 de enero de 1920, con un preámbulo que fundamentalmente hablaba de la conveniencia  de utilizar todos los elementos voluntarios que pudieran contribuir a disminuir y evitar heridas y muerte a los mozos españoles que componían los contingentes del reclutamiento obligatorio; a partir de ese momento la Legión será una fuerza de choque, siempre en primera linea, siempre en contacto con el enemigo de forma voluntaria.

El legislador se limitó a asumir la ilusión de su legendario fundador, Milan Astray, que llevaba años gestando tan genial idea, con el mérito de plasmarla en el heróico Credo Legionario, que es el exponente de su filosofía de creación, redacción que otorgó al Tercio el manantial necesario para que simples hombres se convirtieran en héroes. Me permito sugerir a los más jóvenes compatriotas, a los que se niega la grandeza de nuestra historia, que lean ese Credo Legionario del que cualquier español debe sentirse orgulloso, contando en su Ejercito de Tierra con una de las Unidades de élite  de mayor calidad de combate.

Para el Caballero Legionario la muerte es «su más leal compañera», amor que dada la extraordinaria vitalidad de los legionarios no parece comprenderse muy bien. Para tí, joven español patriota, voy a intentar brevemente explicar esta aparente contradicción. El legionario muere con alegría lo que no significa que desee una muerte suicida, porque ama la vida: su vida, la vida del compañero y hermano, de aquellos que comparten sus ilusiones, del ciudadano, en resumen, del pueblo español, pero por su generosidad prefiere dar la vida en aras de su ideal España, a la que quiere servir en plenitud, siempre en cumplimiento de una misión que tenga poesía, que sea elevación del espíritu de sacrificio y de entrega. Porque el «viva la muerte» es cumplir una misión de vida; la de España.

La legión es el más claro exponente de lo que es el pueblo español. No hay unidad militar en España que tenga las características e idiosincrasia que predominan en los legionarios. En nuestras banderas hay hombres del mundo y de toda la nación. Su fuerza, su sentido de disciplina y su subordinación al mando nace de ellos mismos y de su vocación. Los legionarios no obedecen a ciegas porque no son borregos. Se lanzan al combate sin pensar en las consecuencias, incluso la muerte de la que son y se proclaman novios, cuando se trata de causas justas, entendiendo por tales las causas nobles, bellas y románticas.

O sea, hacen lo más difícil, lo que otros no hacen, incluso en tiempo de paz cuando cualquier emergencia exige el juego o incluso el sacrificio de la vida, que la hoy creada y llamada Unidad Militar de Emergencias no es ninguna idea nueva sino la consecuencia del comportamiento militar, en general, y el de la Legión en particular cuando ha habido que hacer frente a cualquier desastre o catástrofe. En tales supuestos los legionarios, en paz como en  guerra, no lo dudan, actúan y salvan vidas a costa de las suyas. Por todo ello, queridos muchachos españoles, tenéis la obligación moral de saber quienes son vuestros legionarios, muy lejos en su verdad de posible desprestigio alguno como está pretendiendo algún que otro miserable.

General Monzon

20 enero, 2018

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