Opinión

Pedro Sánchez o la mutación a criatura marina

Se critica al Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, por sus veleidades e improvisaciones, pero luego resulta que tiene su público, porque la improvisación es sugestiva en sí misma, por lo que tiene de incierta y peligrosa. Pedro Sánchez siempre sonríe de cara a sus enemigos políticos e históricos. Aunque, más que una sonrisa de ocasión, lo que envuelve a Pedro Sánchez es un baño de líquido biológico y marítimo que a muchos les resulta irreconocible.

Lo que sí podemos saber, a través de la ciencia, es que Pedro Sánchez, más que un aspirante a presidente es una especie marina desconocida, taimada e incierta. Ya están los oceanógrafos hablando muy en serio de este personaje que mimetiza misteriosamente al líder de los socialistas por su capacidad para sonreír de reunión en reunión, de almuerzo en almuerzo…

Sánchez ya anunció que la sonrisa era en él un rasgo de liderazgo y que pensaba ganar muchas cosas y batallas sonriendo mucho. Esto nos pareció una dulcificación del paisaje mediante la sonrisa del aspirante a poderoso. Pero luego se ha visto que, efectivamente, el adalid del socialismo español puede aguantar mucha sonrisa y risa entre andamio y andamio de su andamiaje político y pseudodiplomático.

Esa confirmación de la naturaleza cambalache de Pedro Sánchez Pérez-Castejón es lo que  puede hacer recular a los electores a la hora de votarle mentalmente en unas elecciones mentales. Ni la simpatía, ni la audacia, ni  la provocación, ni la improvisación han dado con las promesas de Pedro Sánchez en una única y definitiva promesa, que es la república independiente de su casa. Una república que se está drenando por medios muy originales y un tanto piscícolas. Ocurre, sin embargo, que esa república futurible no acaba de cuajar porque se alimenta de medios demasiado exóticos y llega a nosotros mediante el recurso de la levitación estatutaria más que por el método racional y estable de lo puramente intelectual.

No queremos una república emocional como la que ahora se mercadea desde la izquierda a la derecha pasando por el centro, pero menos queremos una piscifactoría de Puigdemones, Junqueras y sátrapas de medio pelo. Estamos en ese momento celestial en que los peces y los reyes sonríen como políticos e invitan a cenar a los amigos que no tienen. El problema es que en el menú dan gato por liebre.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

18 febrero, 2018

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