Opinión

¿Y si vuelve Jesús de Nazaret?

Cada año en estas calendas, rememoramos la muerte y resurrección de Cristo. Unos antropólogos han realizado un retrato/robot de Jesús de Nazaret con piezas y huesos de la época. Otros olisquean a Cristo en remotos yacimientos. Otros sueñan con la posible clonación del Señor. Pueden ser solo cosas de Pascua. En Semana Santa, los periódicos brindan curiosidades religiosas para cumplir con el calendario sin perder la dignidad laica. Pero de Cristo lo que interesa son unas cuantas cosas que dijo.

Veríamos a Cristo si viéramos media docena de hombres medianamente cristianos, comprensivos, perdonadores, cuidadosos de su palabra y su ademán. La mejor clonación de Cristo sería la clonación ética, una vuelta de la imagen espiritual. Y eso no se da ni en los grandes de la tierra, que están de esquí acuático, ni en el hombre cualquiera, que ha bajado a lavar el coche al garaje.

Cristo predicó una justicia espiritual, una moral de individuo, y hoy sólo interesa la moral de masas, de pueblos, la moral social, la revolución. La clonación de Cristo es muy posible, pero será una curiosidad, un prodigio de la técnica, una alteración de los fenómenos, un milagro: pero un milagro a la inversa: no Dios milagreando sobre los hombres, sino los hombres milagreando con Dios.

Hoy, a Cristo, en los medios de comunicación, los marcianos le hacen una competencia feroz. La NASA busca agua potable en Marte. Cuando donde tenían que buscar agua es en la España seca, en los bancales de Murcia o en el pozo de mi pueblo, que a veces se ciega. Pero la NASA no busca el agua de los pobres, sino futuras fuentes de energía, riqueza y bienestar. El cuento de siempre.

La cuestión no es que venga Cristo, sino que viene a destiempo. Cristo era un hombre con todas las limitaciones de su tiempo y se limitó a cuestionar al César. Si volviera a hacer escuela, pronto tendríamos un campo de concentración de Cristos, un Treblinka. Pasará esta Pascua periodística y no se volverán a encontrar más Cristos en un tiempo. Volveremos a nuestra rabiosa actualidad.

Parece que no, pero a Cristo se le nota la edad. Ya no es aquel hombre de 33 que vino a morir, a ser crucificado. Probablemente, sería bueno que volviese, pero somos tan idiotas que leeríamos sus Evangelios como se lee un recetario ecologista.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

31 marzo, 2018

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