En 1776 se declaraba la independencia de los Estados Unidos de América frente a Gran Bretaña. Surgía un vasto territorio en el que la igualdad y la libertad eran los dos pilares fundamentales del nuevo país. «WE thepeople«, era el primer enunciado de su carta magna: el derecho divino y el poder absoluto del rey quedaban relegado al poder de la gente y a la soberanía popular soberana del nuevo poder y de su Estado.

En 1978 España revivía fenómenos similares de «empoderamiento» al darle la soberanía al pueblo, como soberanos del país que lo gobierna. Así, Suárez, Carrillo, González, etc., renunciaron a sus  premisas para construir juntos un país. Los anteriores franquistas legalizarían el Partido Comunista, los comunistas reconocieron la bandera constitucional y los socialistas buscarían resguardarse en la socialdemocracia; nacía así el conocido consenso de la “Transición española”, no como palabras vacías de contenido sino con actos llenos de la realidad con la que nació nuestra Constitución.

Sin embargo, los dos partidos mayoritarios no tardarían en aprovechar una de las «taras» de la Constitución a su favor, reforzando y haciendo crecer el inconmensurable poder del partido político, que fue acaparándolo todo. Primero se comenzó con una Ley Electoral que no representaría la estricta voluntad popular, con votos que vulneran el principio de igualdad del artículo 14 CEpues según la circunscripción el voto vale más o menos. Pronto el PSOE aprovecharía su mayoría para politizar la justicia y en lo sucesivo el PP utilizaría sus mayorías para politizarla aún más.

Una Constitución que estuvo pensada en la división de poderes: estructurándose a través de unas elecciones legislativas, el poder ejecutivo necesitaría para gobernar la confianza del Parlamento como equilibrio de poderes. Pero, ¿qué ocurrió?  Que los partidos serían los nuevos soberanos del poder y no los ciudadanos, ya que el líder del partido sería la cabeza para liderar el legislativo y a su vez el ejecutivo. ¿Es esto división de poderes?

Hoy, en pleno 2016, la ciudadanía reclama soluciones y entendimiento, como en cualquier cambio social. EEUU no es hoy la potencia mundial en universidades, tecnología, patentes y demás por una cuestión arbitraria sino por su estructura de poder, por la estructura de sus instituciones. España, de igual manera, exige y demanda soberanía para fiscalizar una clase política que parece pensar más en ella que en nosotros: hemos votado cambio y dialogo y sin embargo no hemos obtenido ninguna de las dos. Se plantean reformas pero tampoco hemos oído ninguna en esta dirección: más libertad, más igualdad y más justicia.

“El que quiera ser líder debe ser puente.” Proverbio galés.

@OspinaOpinablog

Abogado – Politólogo