Llegó el anunciado pacto entre pompa y fanfarria. La simbólica obra pictórica El Abrazo, del maestro Juan Genovés, adornaba el escenario donde Pedro Sánchez y Albert Rivera sellaron su acuerdo de gobierno con grandes calificativos: “Histórico”, “Valiente”, “Generoso”, “Patriótico”.
Una semana después, coincidiendo con el inicio de la investidura del líder del Partido Socialista, todo parece indicar que es el cuadro del maestro Giotto di Bondone El beso de Judas el que va a decorar el escenario. Para Pedro Sánchez sus principios pasan por habitar la Moncloa, y a la desesperada quiere sumar los votos de Podemos y resto de formaciones de izquierda aunque para ello se desdiga del pacto firmado con Ciudadanos, que andan descolocados con los desmanes de su socio y tienen las bases revolucionadas. Albert Rivera debería saber que “hay que ser zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos”, como citaba el filosofo político y escritor Nicolás Maquiavelo; y es que el líder socialista ha utilizado a C,s para callar las voces divergentes en su propio partido. No es inteligente, pero sí listo; su excusa: “Lo intenté pero no ha sido posible”. Lo siguiente es volver al plan A con P de Podemos o elecciones.
Teniendo por cierto el fatal inmovilismo de Rajoy en todo el proceso que ha llevado a esta situación, no es menos cierto que Sánchez desde el minuto uno ha criminalizado al Partido Popular; no es Rajoy, es su radicalismo, quien ha impedido un diálogo. Mientras, Coleta Morada espera paciente el descalabro en la investidura de su antigua pareja de baile para volver a bailar juntos. El Frente Popular sigue siendo una posibilidad y por tanto una amenaza; las debilidades del candidato socialista son claras y evidentes para la formación populista: La Moncloa, aunque sea presidente por un día. A partir del próximo sábado tendremos más claro el destino de España…, o quizás no. Continuará.
Analista política y escritora
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