Madrid, Opinión

¡Con eñe de España, de cuñada y de coño!

Me preocupa que la eñe, la elle y la che del castellano estén en peligro de extinción.

La che y la elle son letras contrahechas y espurias, pero la eñe es distinta y tenemos que defenderla. Es la eñe de España, de cuñada y de coño, que son los vocablos más bellos del castellano en un país plagado de cuñadas y de coños interpelativos: ¿A dónde coño va Pedro Sánchez?…

Y es que si nos quitan la eñe nos quitan el “coño”. Pruebe usted a decir córcholis, caramba, cáspita, como si fuera de alguna institución perteneciente a la iglesia católica. Sin coño, esto se convertiría en un país de blandos, pues nuestra literatura y nuestro talante conversacional están hechos de palabrotas, de tacos recios, que son el castellano verídico y fidedigno, el fondo más vehemente y violento de Cervantes, Quevedo o de la poesía satírica.

La eñe es una ene con sombrero, con papalina de furcia (otra palabra asombrosa), la eñe es el Peñon de Gibraltar, y los imperialistas del inglés no nos devuelven el Peñón y además nos quieren birlar la eñe. Es la pléyade de ordenadores, es el enjambre de las computadoras que avanza hacia nosotros, es el asalto al castellano por la colosal y aterradora maquina del Imperio. Son los neonazis de acero y memoria invadiendo el idioma en el que se entendían Don Quijote y Sancho Panza, es el robín de un capitalismo parkinsoniano, que viene a cargarse, a asesinar, a exterminar la eñe, esa sílaba bisílaba en el grandioso párrafo del incesante y extenso idioma español.

No se puede esperar que a la eñe la defiendan los académicos. Tendremos que ser nosotros, los españoles de a píe, quienes levantemos la voz, el insulto y el largue por la eñe y el coño.

@marisaarcas

15 marzo, 2016

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