Madrid, Opinión

Socialistas y políticas sociales: ¿solidaridad o egoísmo?

Tal vez una de las mayores y más repetidas virtudes que se arrogan los defensores del socialismo, en cualquiera de sus vertientes, y que constituye uno de los pilares básicos de su ideología, es la de enarbolar como bandera la “solidaridad” y, consecuentemente, la defensa acérrima de “políticas sociales” para ayudar a “los más desfavorecidos”, en aparente contraposición con el restante espectro político que, a este respecto, parece protagonizar la imagen de la desvergüenza, el egoísmo, la avaricia y la indiferencia envueltas bajo el manto de un supuesto capitalismo “opresor” que justifica la existencia de una masa pobre y asalariada a la que mantiene incólume por los siglos de los siglos. Amén.

A este respecto, y como siempre desde la humildad y la voluntad conciliadora con la que planteo mi opinión, entiendo que estamos ante un claro error de concepto al que debemos hacer frente. Así, esta atribución de una “superioridad moral”, como arrebato de autocomplacencia y en un brindis a lo encantados que están de haberse conocido frente al que no comparte las propias ideas, por el simple hecho de defender esta supuesta “solidaridad”, no es sino una verdadera falacia al estar fundamentada en la utilización de “dinero público”, que no es el dinero de todos sino el dinero que a cada uno de nosotros ha sido injustamente expropiado por el Estado vía impuestos (ninguno de nosotros tiene derecho alguno sobre una parte alícuota del total), y no del propio a la hora de ponerla en práctica.

Siendo así que el concepto esencial de solidaridad implica la existencia de voluntariedad, y que la voluntariedad implica libertad para decidir si se quiere, o no, secundar con el dinero propio, de cada uno y no de los demás, una determinada iniciativa y siendo así que ninguno de estos elementos se da para la construcción de estas “políticas sociales” como reflejo de esta supuesta virtud del socialismo, difícilmente podemos hablar de “solidaridad”.

Más bien habremos de llamar a las cosas por su nombre pues dicha conducta es, simple y llanamente, egoísmo por utilizar lo que es de otro para fines no consentidos por éste.

clubviernes (11)

@liberalsufridor

21 marzo, 2016

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