Una de las características del populismo es su aversión a las elites económicas y otra su rechazo a las instituciones democráticas, salvo que sean dirigidas por ellos siempre apelando a la voluntad popular como su fuente de dominio. Por lo que buscan la popularidad con sencillos discursos envueltos en sentimentalismo, acompañados de medidas populares con proclamas que calan en una parte de la sociedad incapaz de ver el verdadero peligro que representan para la libertad individual.

El lema que Unidos Podemos ha elegido para la campaña del 26-J, “La sonrisa de un país”, puede transformarse en “La ruina de un país”. Tomemos como modelo en el Nuevo Mundo a Venezuela, en el Viejo Mundo a Grecia y Ahora Madrid, donde la izquierda radical capitaneada por Manuela Carmena en su primer año de ineficiente y sectaria gestión ha conseguido que una ciudad próspera y llena de oportunidades, como era la capital de España, supere en índice de paro por primera vez a la Comunidad de Madrid debido a la desconfianza, justificada por los desmanes de estos pobladores del Palacio de Cibeles, que han sembrado entre empresarios e inversores.

La ciudad, otrora limpia y ordenada, ahora vive un continuo caos de tráfico y suciedad y además no genera empleo. Wanda se perdió, y la paralización de proyectos como la Operación Chamartín deja en el aire miles de puestos de trabajo con el consiguiente perjuicio para los intereses de los madrileños.

En estos momentos, el jefe supremo de esta horda roja aspira a gobernar España utilizando el cebo envenenado de la sonrisa y los corazoncitos; no se dejen embaucar, no podemos. Como en 1970 citó el historiador norteamericano Murray N. Rothbard: «En la raíz de todas las formas de comunismo está el odio profundo a la excelencia individual, la negación de la superioridad física o intelectual de unos hombres sobre otros y un deseo de destruir toda individualidad al nivel de un montón de hormigas comunales».

@luz3400
Analista política y escritora