La prisión provisional, preventiva (con o sin fianza) es una medida cautelar extrema en cualquier Estado de derecho. Significa mantener en la cárcel a una persona que no está condenada, sobre la que no ha recaído sentencia alguna. Por eso debe hacerse uso de ella, nunca abuso.
En casos como el de Mario Conde (u otros presuntos chorizos de guante blanco) con frecuencia se escucha al personal exclamar “¡2 días y a la calle!”, o “¡ya le han soltado!”. Pero se olvida exactamente eso: que no se ha dictado sentencia y que el procesado no tienen por qué esperar ese trance en la cárcel.
Mario Conde ha hecho lo que ha podido para reunir la fianza exigida por el juez contra el criterio de la Fiscalía. Que esté en su casa, apenas controlado por un teléfono móvil, no debería ser contemplado como un escándalo ni una humillación. Siempre y cuando (¡ojo!) que no se dedique de manera activa y constante, durante estos días, a toquetear pruebas para prostituir y obstruir el proceso que pesa sobre él y parte de su familia. Veremos.
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