¿Conoce alguien alguna profesión en la que por no trabajar se siga cobrando? La lógica nos empuja a dar una respuesta automáticamente negativa, pero la triste respuesta es que sí lo hay. Nos preguntamos por qué lo mejor de la sociedad civil no piensa dedicarse a la política, nos indignamos cuando la clase gobernante se ve salpicada por escándalos de corrupción, pero la cosa no acaba aquí. En la actualidad, unido a las tradicionales inquietudes, nos encontramos con un Parlamento que no legisla y que es incapaz de formar Gobierno ¿Por qué? Para que sus señorías sigan cobrando, el país siga a la deriva y  la situación les preocupe entre poco y nada.

Solo oír que se pueden celebrar unas terceras elecciones produce un sentimiento que va más allá de la frustración: produce vergüenza, bochorno, rechazo ante la actuación de algunos de nuestros líderes políticos que no saben que España es una democracia parlamentaria y que el que legisla es el Parlamento. Una clase política que pierde una oportunidad única para reformar y actualizar España; una clase política que prefiere polarizar a la ciudadanía y generar más desapego hacia las instituciones. Pero a ellos les da igual: siguen cobrando y nos seguirán mirando por encima del hombro en esta especie de despotismo ilustrado.

España es un gran país, no por nuestros líderes (incapaces de mirar más allá de su ombligo) sino por todos nosotros que mantenemos este sistema con nuestros impuestos. Un sistema casi convertido en un circo que plantea la posibilidad de unas terceras elecciones como si esto fuera una final de Champions. Una final donde solo juegan ellos.

Y así se encuentra la España de hoy: la España de la crisis económica, política y social. La España de los dirigentes cuyas cortas miras no permiten a la ciudadanía mirar con esperanza el mañana.

“Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos.” José Ortega y Gasset.

@Juango_Ospina

Abogado – Politólogo

Presidente de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid