Desde la misma noche electoral del 20 de diciembre, todas las declaraciones y gestos políticos han sido cuidadosamente medidos de cara a llegar a la mesa negociadora en una posición de sólida ventaja.

Una vez el Rey Felipe VI encargó el pasado martes intento de formar gobierno a Pedro Sánchez, parecía que el socialista estaba en la cabeza de esta particular carrera. Sin embargo, una ‘bomba’ ha caído sobre Ferraz.

A menos de veinticuatro horas del encuentro entre Sánchez y Pablo Iglesias, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó ayer la intención de voto de cara a unas hipotéticas elecciones generales. Según el organismo público, la formación de Iglesias superaría al Partido Socialista en intención directa de voto y en estimación de éste. De este modo, los podemitas se convertirían en la segunda fuerza política a nivel nacional.

Este hecho altera la estrategia que tanto Sánchez como Iglesias mantendrán hoy mismo en el Congreso de los Diputados, ya que otorga mayor poder al dirigente magenta. De no forjar un pacto PSOE-Podemos (una vez el propio Sánchez ya ha descartado la gran coalición), España estaría abocada a unas nuevas elecciones generales que, si el CIS acierta, terminarían por hundir a los socialistas en general y a su secretario general en particular.

Todo esto se refuerza con el análisis que la encuesta arroja sobre los demás partidos. Aunque el Partido Popular volvería a ganar, su porcentaje de voto estimado es ligeramente superior al de hace dos meses (28,8% frente a 28%). Por su parte, Ciudadanos retrocedería. En otras palabras, lo que sube el PP es similar a la bajada de Ciudadanos y lo mismo pasa con Podemos y PSOE. Así que habría que pactar con los mismos de nuevo.

Las demás fuerzas minoritarias se mantendrían, salvo alguna pequeña variación como la subida de ERC o la desaparición de Coalición Canaria.

Por tanto, Sánchez está, como señalan muchos analistas políticas, ante la tesitura de elegir entre susto o muerte.