La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, no tiene límite alguno a la hora de hacer el ridículo. Da exactamente lo mismo que el acto sea solemne, cultural, deportivo o un pleno en el Ayuntamiento. El bochorno y la degradación de su condición institucional siempre se superarán evento tras evento.

El último episodio de las ya tristemente célebres ‘carmenadas‘ tuvo lugar ayer en el Palacio de Cibeles, cuando el Real Madrid de Baloncesto fue recibido por la alcaldesa y miembros de su equipo para ofrecerles la Copa del Rey, que ganaron el domingo en La Coruña.

En el acto, el entrenador y el presidente del club, Pablo Laso y Florentino Pérez respectivamente, regalaron a la primera edil una camiseta firmada por la plantilla campeona y el número uno y el apellido de la alcaldesa a la espalda, obsequio que siempre se da a las autoridades.

Ya en su discurso, Carmena anunció una «sorpresa» al final de su intervención. Pero absolutamente nadie llegó a imaginar lo que les iba a entregar. Tras ir a por un cesto, la exjueza ‘agasajó’ a los campeones con unos ceniceros portátiles para recoger las colillas. Muchos creían que era una broma, pero no fue así.

«Sé que vosotros no fumáis porque sois deportistas y sanos, pero cuando estéis con un colega que fume y vaya a tirar la colilla al suelo, se lo dáis y le decís: no, la ciudad es de todos«.

Y se quedó tan ancha. Sin embargo, el ridículo de Carmena aún no había terminado.

Después del episodio de los ceniceros, la edil también regaló a algunos miembros de la plantilla unos gemelos. La propia Carmena aseguró que fue un obsequio «un poco improvisado» porque en el Ayuntamiento no se esperaban que el Real Madrid ganase la Copa del Rey, aunque siempre parte entre los favoritos, solo participan ocho equipos, los blancos llevan tres años años ganándola y vienen de una campaña en que han logrado levantar todos los trofeos que jugaron.